El diario El Mundo publica sobre un trabajo científico publicado a su vez en la revista Science Traslacional Medicine en el que se describe una asociación entre una de las vacunas de la gripe A y un trastorno neurológico conocido como narcolepsia. Califica de “misteriosa” esa relación pero es algo que ya sabíamos y que ahora se documenta mejor.
Como bien nos cuenta Ainhoa Iriberri:
es la respuesta del sistema inmune a una proteína de la gripe, un anticuerpo generado por la vacuna, la que aumenta el riesgo de narcolepsia. Sin embargo, no todas las vacunas para la llamada gripe A, la causada por el virus H1N1, aumentan el riesgo de este trastorno. Al contrario: es indispensable una combinación genética y una vacuna concreta, en este caso la desarrollada para la enfermedad por el laboratorio GlaxoSmithKline, Pandemrix, ya fuera del mercado”.
Continúa la periodista, por cierto declarando los conflictos de interés en torno al estudio:
La hipótesis que han demostrado los investigadores dirigidos por Lawrence Steinman, de la Stanford University empezó a emerger poco después de la pandemia de gripe A que se produjo en 2009. Diversas autoridades sanitarias empezaron a observar un aumento en los casos de narcolepsia pero, curiosamente, solo en algunas zonas. La diferencia correspondía a la inmunización utilizada: los usuarios de Pandemrix la experimentaron; los de otra vacuna similar, Focetria (desarrollada por Novartis, que ha financiado este estudio), no”.
Al parcer hubo una pandemia en 2009 y yo sin enterarme. Por otra parte, curioso: farmacéuticas que estudian los daños de las vacunas de sus rivales…
Casi todos los pacientes de narcolepsia y cataplejía, una patología que cursa con episodios repentinos de debilidad muscular y que acompaña habitualmente a la primera, llevan una variante genética denominada HLA-DQB1*0602, que codifica un receptor localizado en la superficie de las células del sistema inmune”, explica la información.
No sólo de la gripe. Por ejemplo, si al bebé Luca se le hubieran hecho antes unas pruebas para ver si tenía predisposición genética a no desintoxicar bien los metales pesados, sus padres hubieran podido evitar las vacunas que lo llevasen. Sus progenitores le pusieron todas las de los calenadarios de vacunaciones de Andalucía y algunas más que no están en ellas aconsejados por los pediatras del niño. Pero sufrió encefalopatía que le llevaría a la muerte.
Se pueden fabricar vacunas más seguras y se pueden administrar de manera más idem.
Lo de la vacuna de la gripe y la narcolepsia se sabía. British Medical Journal (BMJ), una de las “biblias” de la medicina basada en la evidencia, confirmó hace dos años que la vacuna de la gripe A causó narcolepsia en los niños que la recibieron durante la “pandemia” de 2009.
Así lo explicamos en el post Reconocida narcolepsia en niños que recibieron la vacuna contra la gripe A y un año después Irlanda también confirmó los daños en niños por las vacunas de la gripe A.
Lo peor de todo esto es que hubo una pandemia que no hubo. Millones de personas se vacunaron de la gripe por ello y no se sabe cuántas sufren ahora narcolepsia por ello. GlaxoSmithKline dio un formidable pelotazo y ni siquiera tuvo que indeminizar a las víctimas pues de manera hábil los contratos que los gobiernos que les compraron las vacunas firmaron llevaban una cláusula que en caso de daños exhimía de responsabilidades a los laboratorios.
El Reino Unido, de hecho, hubo de pagar a los afectados más de 100 millones de euros. En fin, que pueden fabricarse vacunas más seguras, para cuando sean necesarias y que pueden administrarse de manera más segura también.