Aunque existen muchas personas que piensan que el talento, al igual que la energía (según la manida formulación einsteiniana), ni se crea ni se destruye, y sólo se transforma, hay ciertos autores empeñados en rebatir, con su práctica en los últimos años, la veracidad de tal aserto. Es el caso de Woody Allen, un director que ha firmado algunas de las más memorables páginas cinematográficas de los últimos cuarenta años, pero que, manteniendo un ritmo de estrenos estajanovista, hace ya algún tiempo que pasó de generar una expectante ilusión entre la crítica cinéfila con motivo de cada uno de ellos a provocar un run-run temeroso, ante la constatación de que, lejos de remontar el vuelo creativo, cada uno de sus films termina echando una palada más de tierra con la que ensuciar y emborronar un historial que guarda títulos de brillantez inmensa. En tal tesitura, nos llega su última propuesta, “Conocerás al hombre de tus sueños”; y no es buen augurio que, a día de hoy, se venga hablando mucho más de algo tan meramente circunstancial como es su estreno mundial en nuestro país —en Avilés, concretamente— que de sus elementos más propiamente relativos al mundo del cine.
PRONÓSTICO: lo normal sería que no, pero siempre cuesta resistirse a un Woody Allen (aunque sea de éstos...).
* Apuntes sobre el cine que viene XLVIII.-