Los seres humanos como seres sociales, necesitan del contacto con los demás para su supervivencia, pero las circunstancias actuales de aislamiento social obligatorio por la pandemia del COVID-19 ha implicado romper con la rutina diaria, las relaciones con los amigos, pareja, familia, la pérdida de la libertad, además de las consecuencias económicas, entre otras, las cuales han provocado alteraciones psicológicas y psicosociales.
Las sociedades de psiquiatría y psicología están haciendo un llamado para la vigilancia y diagnóstico de trastornos con síntomas de ansiedad, depresión, trastornos de estrés postraumático en personas más expuestas al contagio, que pueden salir a la luz cuando se retome la actividad normal diaria.
Durante la pandemia se han reportado más casos con trastornos del sueño y un aumento en el consumo de medicamentos imnóticos, aunque también se pueden presentar problemas de la concentración, lentitud del pensamiento, pensamientos negativos, ansiedad, depresión, síntomas obsesivos por el miedo a la enfermedad, sentimientos de culpa, miedo, soledad, tristeza, llanto, enfado, ira, hiperactividad o hipoactividad, cambios de humor, agresividad, irritabilidad, entre otras condiciones.
Por eso debemos pensar que la cuarentena es temporal y que cumplir con las indicaciones sanitarias contribuyen a controlar la crisis y evitar la muerte de muchas personas, por lo que debemos hacer ejercicios, llevar una dieta sana, dosificar la información que recibimos y siempre teniendo en cuenta que sean de fuentes confiables, seguir los consejos de los psicólogos y psiquiatras para prevenir y aminorar estos efectos.
Mejoramos sin dañar
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