Consejo transformador de año nuevo: pausa, observa, simplifica y disfruta

Por Kheldar @KheldarArainai
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Me ha costado decidirme por un único consejo transformador de año nuevo que dar, tal vez por la responsabilidad que entraña. Hasta la fecha, he recibido tantos como he dado: montones… ¡Y todos muy buenos!

Por ello, aunque lo ideal para mí sería encadenar los mejores que conozco y dar un gran consejo, haré algo mejor.

Mi lema, mi consejo transformador de año nuevo es así: pausa, observa, simplifica y disfruta.

¡Ya está!

Oh… ¿Esperabas algo más grandilocuente? ¿Algo más rimbombante? ¿Algo más… más?

Bueno, entonces vamos a desarrollarlo un poco.

Un consejo transformador es como esta imagen de mi libro Alquimia Mía, elaborada por mi amiga Sara Arias de Pimpilipausa. Encontrar el equilibrio entre luchar con la vida y bailar con ella.

Primera parte de mi consejo transformador de año nuevo: el sentido

Cuando uno recibe cualquier consejo, rápidamente lo descarta si no es capaz de encontrarle ningún sentido.

Por ello, y con toda la intención de que te cale profundo, voy a decirte qué sentido tiene para mí.

Espero que resuene contigo.

¿Por qué pausar en un mundo de movimiento constante?

Te pido que pauses por los siguientes motivos:

  • Para no incurrir en acciones neuróticas y seguir actuando por impulso.
  • Por ahorrar fuerzas y reconducirlas, ya que pueden estar mejor empleadas.
  • Y para que aprendas a tomar mejores decisiones; pues la prisa nunca fue buena para ello.

En este mundo actual, sufrimos de algo llamado «miedo a quedarnos fuera».

Miedo a ser irrelevantes, a no enterarnos de lo último, a perdernos la diversión…

Y el mejor remedio para este miedo, es la decisión consciente de poner una pausa.

¿Por qué observar en un mundo que compite por nuestra atención?

Te recomiendo que observes para que seas tú quien controla tu foco de atención.

Gracias a ello, ganas dos habilidades mágicas:

  • Identificar oportunidades más propicias, en vez de aquellas que te intentan meter por los ojos.
  • Reconocer y decidir por tu cuenta cómo te relacionas con todo lo que presencias.

¿Verdad que es curioso? Gracias a la observación podemos desarrollar espíritu crítico y responsabilidad personal.

¿Por qué simplificar en un mundo de procesos, métodos y sistemas?

Te propongo que simplifiques por dos motivos principales:

  • Perdemos mucho tiempo y esfuerzo tratando de recargar las cosas, o dándole demasiadas vueltas a todo; y de esta manera nos provocamos un estado de ansiedad permanente que deteriora nuestro alivio y reposo.
  • Además, incorporamos secuencias extra (a menudo innecesarias) que complican nuestro funcionamiento cotidiano. Un conflicto que podemos resolver si eliminamos lo superfluo, nos  hacemos la tarea más cómoda y aprendemos a relajarnos, incluso en plena acción.

No sé quiénes serían los que dijeron esto, pero hay dos citas que me encantan sobre esto de simplificar.

Te cuento:

  • En una dicen que «si quieres que algo se haga rápido y bien, encárgaselo a una persona ocupada». Encontrará el modo más sencillo y eficaz de cumplir y volver a su trabajo.
  • En la otra dicen que «si quieres que algo se haga de la manera más sencilla y eficaz se lo entregues a una persona perezosa». Encontrará el modo más ágil y menos sacrificado para cumplir.

¿Por qué disfrutar de verdad en un mundo que comercia con el ocio y el placer?

Finalmente, te invito a disfrutar porque no hemos venido a esta vida a pasarlo mal, a pesar de lo que diga la tradición judeocristiana y cualquier otra doctrina moral, filosófica o religiosa.

Hemos venido a experimentar la vida, con todo lo que brinda. El dolor, el miedo, la incomprensión, el rechazo, la amargura y el asco son solamente una parte de la experiencia.

Y a menudo nos vemos atascados en esa parte por echarle demasiada cuenta (hacer demasiado caso, para los que no conocen esta expresión) a cuestiones que, a fin de cuentas, no dependen directamente de nosotros.

Un buen remedio para ver las dos partes de la experiencia: recuerda lo de observar y aprende a darte permiso para habitar las situaciones y disfrutar de lo que ofrecen.

Lo que importa es que no intentes tapar el sol con un dedo, y que seas capaz de permanecer en una situación y sostenerla hasta donde es necesario para tu aprendizaje y tu progreso.

  • Si es un momento de introspección y pausa, pues tanto mejor.
  • Y si es un momento de movimiento, acción y disfrute, también está bien.

Te pongo un ejemplo personal, por si te ayuda para recordar este consejo transformador de año nuevo.

Jamás dejaría de disfrutar de tu sonrisa, de tu conversación o de tu compañía misma por las circunstancias que yo esté viviendo (y lo que nos impongan)… Salvo fuerza mayor.

En una ocasión ya dije que la mala leche es el paraguas que impide bañarse con la lluvia de las oportunidades, así que tengamos esto en cuenta… ¿Te parece?

Si te apetece que abundemos todavía más en este hilo, te invito a continuar leyéndome en este post de mi propio blog: «La fortuna de tener un plazo de gracia«.

Y si te apetece saber más sobre ese plazo de gracia y sus ventajas, puedes leerme en Reinvención personal sin pajas mentales, un guest post que confeccioné para Acción con Alegría.

He aplicado tu consejo transformador, Sergio. Tengo claras las oportunidades, tengo ganas de sobra para tomarlas… ¿Qué más necesito?

Si tengo que decirte la verdad… No necesitas nada.

Permite que me explique: cada vez que tiramos el calendario del año pasado y colgamos el del año nuevo, nos dedicamos a escribir encima de sus hojas todos los cumpleaños y fechas límite para distintas cosas…

¿Se nota por dónde van los tiros?

La mayoría tiene buenos propósitos en mente y los anota para tenerlos a la vista.

Ya sea en el calendario, en un diario, en post-it por la casa… Donde sea. Suelen verse anotadas cosas como «perder 20 kilos» apuntadas para primeros de marzo, «dejar de fumar» a mediados de febrero, «apuntarme al gimnasio», «leer más», «sacarme el carnet de moto»…

¿Qué hay de malo en ello? Nada, pero al mismo tiempo todo.

¿Por qué? En mi opinión, están manifestando deseos e intereses, están marcándose objetivos… Pero no están integrándolos, no están poníendolos en activo y no arrancan.

Pero no se ponen manos a la obra, porque esperan a que se cumpla una premisa antes de darse permiso para moverse hacia lo que desean lograr.

En mi caso particular, me he marcado distintos objetivos que no dependen de una fecha fija ni de un requisito previo. Aunque manejo plazos aproximados, me permito ser flexible.

Mis metas se van a cumplir, más tarde o más temprano, si yo cumplo con mi parte.

Puede que algunas de ellas no se cumplan, y entonces me toque evaluar si esa meta se corresponde con…

  • Mi identidad, mi esencia personal y mi personaje o papel en determinado contexto…
  • También con las capacidades que tengo actualmente, porque manifiestan mis propósitos…
  • Con la esencia de mis acciones y de mis círculos sociales, ya que no me dirijo a la nada…
  • Y con lo que el mundo requiere actualmente (tanto de mí como de otras personas).

¿Recuerdas por qué te hablé de observar? ¡Pues ahora le vas a ver un sentido extra!

Porque donde pones tu atención, allí es hacia donde se dirige tu vida.

Este es otro consejo transformador… Así que te voy a contar, de nuevo, el sentido que tiene para mí.

Si yo pongo una cantidad justa de atención en mis objetivos y metas, y los dejo fluyendo con las circunstancias, es para no sobrecompensar.

Cuando una persona se decide a cumplir un objetivo o una meta, inmediatamente comienza a buscar accesorios.

Métodos, mentores, grupos de apoyo, material específico para formarse y para la práctica… ¡De todo!

Y esa es la diferencia entre lo que yo hago y lo que hace la mayoría. Por mi parte, aprendí a tener claro lo que quiero, y el cómo se ocupa de sí mismo.

Entonces, mis objetivos están presentes y me acompañan desde que me levanto hasta que me acuesto… Porque procuro hacerlos afines a cómo vivo en la actualidad (foco principal, para no caer en el autoengaño) y a cómo deseo que sea mi vida a partir de hoy.

Después de clarificar y simplificar, es cuando entro en acción.

Pero… ¿Hay algún secreto para ello?

Sé dónde y cómo no voy a cumplir mis metas, y me limito a evitar el estancamiento innecesario: esa es mi ventaja.

En realidad es la ventaja de todos nosotros, en cuanto nos volvemos conscientes de nuestra capacidad para filtrar y enfocar nuestra energía mental (que se compone de atención + conciencia, en conceptos de fluidez).

Piensa en ello de esta manera.

  • Distingue entre lo que percibes (que es muchísima información) y lo que procesas (que es significativamente menos información de la que percibes).
  • Teniendo en cuenta que todos percibimos más de lo que podemos procesar, constantemente; podemos aprender a regular el caudal de energía mental y redirigirla.
  • Es por ello que nuestra atención y nuestra conciencia son el motor que genera y aprovecha la energía mental: para ayudarnos a procesar.

Cualquier estímulo llama poderosamente nuestra atención y trata de infiltrarse hasta nuestra conciencia.

Y a lo largo de nuestras vidas, aprendemos a cribar. A decir «ahora no», y a veces «ni ahora ni nunca». Incluso a poner barreras cada vez más sofisticadas.

Pero, si todo compite por mi atención y está aprendiendo a infiltrarse constantemente… ¿Cómo puedo entonces enfocarme en lo que yo quiera?

Digamos que hay bastantes y muy variados trucos para ello.

  • Algunos consisten en mantener un vacío interior, para evitar la saturación y los secuestros de atención.
  • Y otros se basan en ampliar nuestra capacidad para percibir y procesar tanto información como estímulos, y aprender después a clasificarlos y descartarlos a placer.

Las cuatro claves de mi consejo transformador de año nuevo te ayudan a enfocarte aprendiendo a percibir, procesar, clasificar y descartar.

Sin embargo, algunas personas pueden beneficiarse más de aprender a mantener la mente vacía…

Recuerdo que cuando yo aprendí a meditar ese fue mi primer objetivo.

La idea era más bien trabajar la capacidad de manejar una gran cantidad de ideas, y aprender a percibir el contenido sin poner demasiado tiempo la atención en ninguna. Después, se trataba de recordar la mayor cantidad de ellas con la mayor exactitud posible.

Finalmente, se aprendía a tener varias ideas a la vez en mente, saltando de una a otra sin dejarse absorber por ninguna… Lo que daba paso a la capacidad para quedarse en blanco a placer.

Y a veces, los libros de fantasía te enseñan técnicas interesantes para aprender a vaciar la mente y entrar en una alerta relajada.

Hay un medio más fácil de aplicar, aunque igual de abstracto.

Ya lo he mencionado muchas veces: la llama y el vacío. Esa técnica de concentración de la que tanto hablan en la saga La Rueda del Tiempo.

Ahora que los de Amazon le van a hacer una serie, aprovechando la puerta que abrieron El Señor de los Anillos y Juego de Tronos, puede que esta técnica cobre mucha fama… Así que me adelanto y te la cuento.

¿Cómo utilizar la técnica de la llama y el vacío?

  • Es tan sencillo como imaginarse una hoguera y echar en ella todas las ideas, todas las emociones y todo lo que flote hasta tu conciencia.
  • Algunas mujeres en la historia utilizan la variante de visualizarse como el capullo de una flor que se abre ante la luz del sol y se deja atravesar por ella, o como el cauce de un río que se limita a contener el caudal y dejarlo fluir.

El efecto suele ser una sensación de unidad con todo lo que te rodea y de vacío interior, una calma y dominio de sí. El cuerpo y la mente se sincronizan y se compenetran mejor.

¡Ahora te toca participar a ti!

Espero haber contribuido a que tu entrada en este año, y el provecho que hagas del mismo, se conviertan en parte de tus mejores recuerdos.

Si es el caso, o si tienes un buen consejo transformador que te gustaría añadir, te espero en los comentarios.

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