Más de una vez he insistido en el blog en que el paso de medicina a una profesión de prestigio ha ocasionado que muchos alumnos brillantes estudien medicina porque sus notas se lo permiten, no por una vocación clara.
También en las facultades se premia el acúmulo de conocimientos puros, sin considerar otras cualidades que deberían ser propias de los médicos, como preguntar al paciente su nombre antes de sentarse.
Tal vez por eso al terminar la carrera muchas personas no saben qué hacer con su vida. Como estudiantes y opositores estamos tan acostumbrados a "tragar" el temario de la asignatura de turno que pocas veces la procesamos convenientemente.
Por fortuna, el sistema de residencia te permite aprender a ejercer cualquier tipo de especialidad. Como la medicina es una de las drogas de abuso más fuertes, en cuanto obtengas conocimientos suficientes aprenderás a ejercer y disfrutarás con lo que hagas. Una frase de cierto foro decía "Yo sólo hago cosas en las que soy bueno". Esa filosofía se aplica muy bien a la hora de las especialidades. Muchos nos sorprendemos con las elecciones de los compañeros, aunque luego sean unos estupendos especialistas de lo suyo.
En cualquier caso, hasta no llegar la hora de elección (en el ministerio cuando subes al estrado y sabes qué plazas quedan libres) muchos opositores no saben qué hacer con su vida. Aprovecha estos meses para investigar la oferta de plazas y luego ya dirás.