Esta dimensión se refiere a la habilidad que tenemos para manejarnos en un entorno difícil, teniendo la capacidad de adaptarnos a las distintas circunstancias no favorables que van surgiendo.
Según el modelo de Carol Ryff, un nivel óptimo de esta dimensión conllevará que presenciemos una sensación de control y competencia, que controlemos nuestras actividades, saquemos provecho de las oportunidades y seamos capaz de crear o elegir contextos. En cambio, si poseemos un bajo nivel de control ambiental presentaremos sentimientos de indefensión, un locus externo generalizado y una sensación de descontrol.
Así pues, si poseemos una alta percepción de control sobre el ambiente que nos rodea, nos sentiremos capaces de influir en el entorno y manejaremos con más valía las situaciones adversas o complicadas.