Control de la mente: ¿estamos preparados?

Por El Baúl De La Psique @bauldelapsique

A lo largo de estos últimos días, varios medios de comunicación se han hecho eco de una investigación llevada a cabo en la Universidad de Washington: el estudio publicado en Plos One lleva el título de A Direct Brain-to-Brain Interface in Humans, en el que Rajesh P. N. Rao y Andrea Stocco junto a sus colaboradores, demuestran cómo un individuo es capaz de controlar el cerebro de otra persona a kilómetros de distancia a través de un interfaz cerebro a cerebro conectado a internet. Para ello, los investigadores idearon un videojuego que consistía en defender una ciudad de los cohetes lanzados por unos piratas. (El proceso llevado a cabo durante el estudio podéis hallarlo descrito de manera concisa y clara en este artículo para El País publicado este mismo lunes por Miguel Ángel Criado).

Como era de esperar, los resultados no han dejado indiferente a nadie. Así que mientras Rao y Stocco fantasean en una entrevista para Scientific American con la transmisión de conocimientos complejos (como las matemáticas, por ejemplo) y el despliegue del potencial artístico, otros auguran catástrofes orwellianas, temiendo la aparición de una policía del pensamiento más que plausible, en un futuro no muy lejano.

Este miedo al control de la mente no es algo nuevo; a finales de los cincuenta y toda la década de los sesenta, la comunidad científica despertaba el interés y el temor de gran parte del público con experimentos que sugerían algo similar a lo que plantean estos nuevos avances tecnológicos en torno al cerebro humano. Por aquel entonces no se hablaba de interfaces, ni softwares, sino de estimulación eléctrica, una técnica cuyo potencial sólo fue aprovechado por algunos pioneros en el estudio del control mental, como el fisiólogo español José Manuel Rodríguez Delgado (1915 – 2011). A través de un breve repaso a las investigaciones del médico malagueño trataremos de ver estos avances desde una perspectiva más amplia y realista, sin desechar las lecciones del pasado.

1984 (1949): Novela de George Orwell que plantea cuestiones éticas muy adelantadas a su época en torno a los avances tecnológicos-científicos y su relación con la política

El tercer golpe

Adherido al grupo de investigación de John F. Fulton (1899-1960; conocido por sus lobotomías en chimpancés y pionero en investigaciones del lóbulo prefrontal ) en la Universidad de Yale, Delgado tiene el privilegio de colaborar con los primeros estudios que tratan de desenredar la compleja maraña del cerebro humano. Una de las investigaciones que más llama su atención es el grupo de estudios de Hebb y colaboradores (1954): la comunidad científica queda impactada tras observar que los sujetos en aislamiento (privación sensorial) reconocen su incapacidad para pensar o mantener ideas; mientras se les describía la situación a la que serían sometidos, varios voluntarios afirmaron que durante aquel tiempo de aislamiento organizarían la planificación de su semana o tratarían de reflexionar sobre temas personales. Sin embargo, nada de eso ocurrió. Era como si todo el proceso mental se viera interrumpido simplemente por la falta de estimulación sensorial externa.

Gracias a estos resultados y a otras investigaciones parecidas, muchos neurocientíficos reformulan el concepto de mente y llegan a una definición similar a la del doctor Delgado:

Sin los estímulos (o sin el cerebro), la mente no puede existir; sin un comportamiento, la mente no se puede reconocer […] Tanto en el nacimiento como a través de la vida adulta, la mente puede definirse como la elaboración intracerebral de la información extracerebral. 

Control físico de la mente: hacia una sociedad psicocivilizada (1969).

La mente individual no es autosuficiente. Esta concepción de la mente se presenta como el tercer gran golpe para el hombre, según Delgado; el primero lo dio Copérnico, haciéndonos saber que el universo no gira en torno al hombre; el segundo lo dio Darwin, descubriendo que el ser humano, no era sino un animal como otro cualquiera; y ahora, la psicología nos desvincula de nuestro propio yo, somos sólo el producto de varios factores. Sin embargo, para Delgado esta perspectiva hace posible que el ser humano se posicione en un rol más activo dentro de la intervención de su propia psique. A diferencia de Skinner, Delgado no plantea un control de contingencias para llevar a cabo dicho rol, sino una intervención directa sobre el encéfalo, por medio de instrumentos como los electrodos y la estimulación eléctrica.

El toro manso y la seductora

Rodríguez Delgado saltó a la fama a nivel internacional con la aparición de una de sus investigaciones en la portada del New York Times (1963): la más espectacular demostración de la historia realizada sobre el comportamiento animal, a través de control externo del cerebro, enunciaba el artículo. El doctor Delgado había logrado inhibir la respuesta agresiva de un toro de lidia por control remoto (Stimoceiver, un dispositivo con el que se podía estimular y registrar la actividad cerebral por control remoto e influir en el comportamiento autónomo, somático y motor, invención del propio Delgado), estimulando eléctricamente su núcleo caudado.

Tras varios experimentos exitosos en la inhibición de agresividad y apetito en animales (gatos y monos, sobretodo), Delgado y sus colegas dan un paso más y comienzan a implantar sus electrodos en cerebros humanos, consiguiendo resultados bastante controvertidos para la época, suscitando multitud de opiniones.

A un paciente que formaba parte de una muestra de sujetos con parkinson y esquizofrenia, se le implantaron electrodos en la parte anterior del encéfalo. Antes de la estimulación eléctrica el sujeto se mostraba triste y deprimido; durante la estimulación el paciente mejoró su expresión facial y tras un período largo de activación de los electrodos, el individuo cambió su comportamiento, mostrando una actitud placentera y feliz que persistió durante un tiempo (fuera del tiempo de estimulación), según Sem-Jacobsen (1968). Así mismo, King (1961) describe el caso de una paciente con depresión que tras ser estimulada por medio de electrodos implantados en la amígdala, pudo ser inducida a un estado de ira, en contra de su voluntad: No me haga esto. No quiero portarme mal., afirmaba la paciente durante la estimulación. En un estudio con pacientes que padecían epilepsia psicomotora, Delgado (1960) obtuvo resultados interesantes. En una paciente de la muestra, al estimularla con electrodos implantados en la amígdala derecha, se comprobó que su conversación con el entrevistador era más fluida, adquiriendo un tono íntimo que no estaba presente durante el tiempo sin estimulación; la mujer llegó a reconocer que le gustaba el médico que acaba de conocer.

A la luz de estos resultados, Delgado confirma su hipótesis: el control físico de la mente ya no forma parte de la ciencia ficción y en un futuro próximo será posible el esclarecimiento experimental de conceptos tan debatibles como los de libertad, individualidad y espontaneidad.

El Dr. Delgado inhibiendo la agresividad de un toro de lidia en 1963

Límites

Previendo el temor que suscitarían ciertos hallazgos científicos, José Manuel se adelanta y nos advierte sobre las limitaciones de la estimulación eléctrica cerebral. Limitaciones que también podrían aplicarse a los estudios de Rao y Stocco:

  • Poca probabilidad de predicción exacta: el cerebro humano no es una máquina a la que podamos manejar con un botón; varios factores intervienen en una conducta determinada.
  • Propósito de acción: es muy poco probable la idea de hombres controlados bajo la dirección de un genio malévolo a través de la estimulación eléctrica; no es lo mismo hacer levantar una pierna o estimular una emoción, que detallar el propósito de la acción de la misma. (Lo mismo podríamos decir de la estimulación magnética transcraneal).
  • Estabilidad individual: La estimulación eléctrica del cerebro no puede cambiar una personalidad por otra, porque la electricidad no es capaz de duplicar los innumerables factores que integran la identidad individual.
  • Funciones más allá del control eléctrico: La estimulación eléctrica no es portadora de pensamientos ni de información específica, y por lo tanto, no puede usarse como objetivo específico. (Este es el reto al que se enfrentan ahora los investigadores de la Universidad de Washington con el interfaz cerebro a cerebro).

A pesar de estas indicaciones, los trabajos del doctor Delgado estaban destinados a caer en el olvido: a finales de los sesenta y principios de los setenta, la prensa comenzó a ligar sus trabajos con actuaciones de la CIA (relación que siempre negó) y de manera desafortunada se le asoció con el artículo Septal stimulation for the initiation of heterosexual activity in a homosexual male  publicado en 1972 por el Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry, cuyo autor era nada más y nada menos que su colega Robert G. Heath. Por si esto fuera poco, los nuevos descubrimientos en psicofarmacología comenzaron a ganar terreno a la estimulación eléctrica, relegando la técnica preferida de Delgado al rincón de los instrumentos toscos, invasivos y anticuados de la neurociencia.

A pesar de ello, los esfuerzos del neurofisiólogo español no fueron en vano. Hoy en día los avances de la estimulación eléctrica para pacientes que padecen parkinson y depresión, y el desarrollo de la optogenética y sus esperanzadores resultados en la Universidad de Standford, deben dar las gracias a los estudios de Delgado.

El control de la mente y la felicidad

La estimulación magnética de hoy se muestra muchos más específica que la estimulación eléctrica. Por otro lado, el uso de programas informáticos que permiten un despliegue logarítmico complejo, también hacen posible un ajuste fino, imposible de conseguir para Delgado y sus colegas durante mediados y finales del siglo pasado. Y a pesar de que son varios neurocientíficos los que ven demasiado precipitada la ejecución de proyectos tales como el Human Brain Project, lo cierto es que poco a poco nos acercamos a una comprensión del cerebro humano que implicará también cuestiones éticas relevantes, sobre todo si tenemos en cuenta que los militares estadounidenses han financiado (de manera simbólica) el experimento de los investigadores de la Universidad de Washington.

The Human Brain Project: científicos e ingenieros de toda Europa trabajan para crear un cerebro informático que imite al humano. Iniciativa cuestionada por su viabilidad y la gran cantidad de fondos destinados a este proyecto. 

Una vez que sabemos que el yo (la mente) del ser humano depende de factores neurofisiológicos y culturales, y que nuestra intervención puede ser determinante hasta cierto punto, podemos preguntarnos lo mismo que el doctor Delgado hace casi medio siglo (desde una posición menos reduccionista, claro está): ¿Cómo debe estructurarse la mente humana? ¿Qué cualidades mentales y qué clase de comportamiento deben favorecerse o inhibirse? ¿Quién y cómo será el artefacto humano creado por la manipulación inteligente los cerebros? Rogers (1956): ¿Hacia qué fin, con qué propósito, con respecto a qué valores se van a organizar los controles? La pregunta sigue abierta.

Para el doctor Delgado la cuestión no era complicada: Si comprendemos los mecanismos mentales será fácil encontrar la felicidad y disminuir el sufrimiento innecesario. La dirección de las colosales fuerzas descubiertas por el hombre requiere el desarrollo de unas cualidades mentales que permitan orientar la inteligencia no solamente hacia el dominio de la Naturaleza, sino también hacia la civilización de la psique humana.

No sabemos hasta qué punto el conocimiento puede darnos la felicidad tal y como lo plantea el Dr. Delgado, pero gracias a personas como él, Rao o Stocco y sus avances en neurociencia, puede que ocurra como con el dinero: es verdad que no da la felicidad pero todos preferimos llorar en un Ferrari. Ser ignorantes jamás será una ventaja.

Daniel Sazo

Referencias bibliográficas más relevantes

Ansede, M. (1 de Abril de 2013). El científico que cortó las dos orejas y el rabo. Obtenido de http://www.larazon.es: http://www.larazon.es/detalle_normal/noticias/1700073/el-cientifico-que-corto-las-dos-orejas-y-el-ra#.Ttt1RDaGKlryy8O

Blackwell, B. (2012). Obituary: José Manuel Rodríguez Delgado. Obtenido de http://www.nature.com: http://www.nature.com/npp/journal/v37/n13/full/npp2012160a.html

Rodríguez Delgado, J. M. (1972). Control físico de la menta: hacia una sociedad psicocivilizada (2ª ed.). Madrid: Espasa-Calpe.