Siempre quiso volver a sus raíces, al “lugá” que le vio nacer, a la tierra de sus mayores, al pueblo donde vivió su más tierna niñez; él lo repetía una y otra vez, cuantas veces le escuché decir: cuando me jubile volveré al “alhaurinejo”, no necesitaré más que una casita pequeña y me dedicaré a labrar un trozo de tierra, plantaré papas, habas, chicharos, alcachofas…
Mi madre, la dulzura personificada, sacrificada, dedicada al hogar, a sus hijos, a su madre, a su marido; mi padre siempre fuera de casa, con un “volante” en sus manos, conducía un autobús de pasajeros con el que viajaba siete días a la semana por la provincia malagueña.
Él, mi padre, pertenecía a una generación en la que a sus padres había que hablarles de Vd. y llamarles madre y padre (mis abuelos paternos), quienes lucharon y trabajaron ambos para sacar adelante a sus seis hijos, no sin falta de amor y dedicación, pero sí que con falta de abrazos, caricias y besos. Los sentimientos no había que mostrarlos mucho, predominada el respeto que había que tener a los padres. (Foto realizada en 1920, mis abuelos paternos con su primer hijo, mi tio Diego)
Mis padres, ella marenga, él del campo supieron inculcarme el amor por la naturaleza, fueron mi lazo de unión con el mar, la mar y con la tierra.
En cuanto pude, tuve la oportunidad, compré aquel trozo de tierra en Alhaurín, 4.000 mts. cuadrados donde plantó, sembró, cultivó y recogió los frutos, donde mi madre regaba las habas, los chicharos, las alcachofas...y que con sudor, esfuerzo e ilusión trabajó hasta que enfermó gravemente.
Hoy son las alcachofas las que me hace ir de la mano de mi padre, cierro los ojos y siento su fuerza, un realismo mágico inunda mi cocina; me parece escuchar su voz explicándome como ha plantado los alcauciles como él los llamaba.
Las alcachofas es uno de los cultivos hortícolas de invierno más importantes del campo malagueño, sobre todo en el Valle del Guadalhorce, los que más superficie dedican se encuentran en la propia capital malagueña, en Churriana y en el “Lugá” en Alhaurín de la Torre. Y es en el norte de la provincia malagueña, la alta Axarquía, la que colinda con la provincia de Granada, la única zona de España productora de alcachofas en los meses de verano.
Por cierto, a la hora de comprarlas lo aconsejable es seleccionar las más gordas y pesadas en proporción a su tamaño, con las yemas gruesas, compactas, bien formadas y de color verde claro. Personalmente aconsejo, si se trata de la alcachofa nacional, tener en cuenta su tamaño, ya que las más pequeñas son las más tiernas. Deben tener un color homogéneo, que sean tersas y firmes y no tengan hojas marchitas.
Con ellas, con las alcachofas del Valle del Guadalhorce, aunque #YoMeQuedoEnCasa, compro en los establecimientos cercanos, Kmt0, y unas almejas de Málaga, del Mercado de Huelin, he preparado éstas tiernas alcachofas con almejas y jamón. ¿Se animan a prepararlas?
INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:
8 alcachofas pequeñas, 150 grms. de almejas, un trozo de cebolla, un diente de ajo, medio vaso de vino blanco, 50 grms. de jamón serrano, una ramita de perejil fresco, aceite de oliva virgen extra y sal.Picar el jamón serrano en trozos pequeños. Reservar.
Quitar las hojas exteriores de las alcachofas hasta que aparezcan las más tiernas (el corazón de la alcachofa), así como las partes más duras de la base y el tallo.
Ir sumergiéndolas mientras se van pelando en un cuenco con agua y unas gotas de limón a fin de que no se oxiden y estén lo más limpias posible.
Escurrirlas bien y con cuidado, cortarlas en dos mitades.
Pelar y picar la cebolla y el diente de ajo en trocitos pequeños.
En una sartén echar un chorreón de aceite de oliva virgen extra (unas tres cucharadas soperas más o menos) colocarla en el fuego pochando la cebolla y el ajo hasta que comience a clarear.
Introducir los trozos de alcachofas y las almejas, añadiendo el vino blanco llevando a ebullición. Salar al gusto.