Me deleito viendo los puestos del mercado, ante todo y sobre todo los del pescado donde viendo la mercancía puedo fácilmente perder la noción del tiempo…..sobre todo si es en el Mercado malagueño de Huelin o en el de Atarazanas, donde suelo comprar.
Aunque mi primera parada y bien temprano es en el puesto de la carne, concretamente en Huelin, siempre voy a Carnicería Cañete. Allí es donde compro una pieza difícil de encontrar, la “corbata” del cerdo.
Esta pieza, no es el clásico y habitual costillar del cerdo, aunque es parte de ésa costilla pero con una carne anexa deliciosa, que se deshace en la boca, con un sabor y textura que no tiene nada que envidiar a un solomillo o un lomo, con el añadido de tener esos trocitos de huesos que invitan a, literalmente, chuparse los dedos.
Una vez descubierta la pieza en sí, gracias a mi carnicero, es un deleite para los sentidos prepararla dándole esos toques orientales que tanto gusta en Mi cocina, añorando quizás nuestros viajes a Oriente, zona del mundo por la que sentimos verdadera pasión en mi familia.
Y Vds. que vienen a Mi cocina, con total seguridad, se preguntarán por qué hablo una vez más “mis viajes” y mi respuesta sólo tiene una palabra: recuerdos.
Los aromas y sabores hacen reavivar los recuerdos que afloran por mi mente para pedirme que mire el camino que recorrí todos aquellos años que fueron quedando atrás.
Japón, China, India….Thailandia. Mientras estaba en cada lugar, casi en cada momento, cerraba los ojos, aspiraba profundamente, miraba todo aquello que me rodeaba intentando detener el tiempo, alargar cada segundo, hacer más intenso aún cada minuto para comprender la grandiosidad de cada lugar, cada experiencia, cada suspiro de mi vida.
Cierro los ojos y aspiro los intensos aromas orientales, respiro profundamente y me veo extasiada por las luces de neón en Japón, caminando ilusionada junto a mi marido por las calles de Bangkok, siento las lágrimas que me brotaron de los ojos al sentir tanta espiritualidad y devoción en Dera (Punjab), la pasión al tener enfrente al Taj Mahal y me llegan los olores de Hong Kong donde todo es luz, color, ruido y vida.
Abro, los ojos, no estoy en Oriente, me encuentro realmente en mi cocina, ésa cocina tan malagueña que añora Asia, donde mis recuerdos ya no son sólo mios, como mis recetas; los comparto con Vds. que me acompañan en cada viaje, en cada post de éste blog, de éste cuaderno de bitácora en el que se ha convertido “Mi cocina”.
Lógico que viaje mentalmente mientras cocino ésta tierna y exquisita carne que he marinado al más puro estilo asiático.
¿Cómo la hice?
Ingredientes:Una corbata de cerdo (parte del costillar) de unos 600 grms. aproximadamente, 1 diente de ajo, seis cucharadas soperas de aceite de sésamo (se vende en tiendas especializadas en comida oriental e incluso en cualquier supermercado), seis cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra, una cucharada pequeña de jengibre rallado (puede servir jengibre en polvo, dará un sabor más suave que el natural), seis cucharadas soperas de salsa de soja, cinco granos de pimienta negra, cuatro cucharadas soperas de miel y una cucharadita de café de sal (hay que tener en cuenta que la soja ya aporta el aroma salado).
Los pasos a seguir:
En un mortero echar el diente de ajo, la pimienta, el azúcar y el jengibre, majar hasta que quede una pasta lo más fina posible.
En un recipiente echar la miel, el aceite de sésamo, de oliva y la soja removiendo bien de forma que queden todos los ingredientes queden bien integrados. Incorporar el “majaillo” mezclándolo con los líquidos.
Colocar la pieza de carne-costillar en un recipiente especial para hornear, untarla por todos lados por igual con la mezcla preparada, taparla con papel film y dejarla macerar en el frigorífico de un día para otro (la tuve marinando unas 24 horas).
Al día siguiente:
Sacar la carne del frigorífico, quitar el papel film y dejarla atemperar, mientras precalentar el horno a 200º C.
Una vez el horno caliente (calor arriba y abajo), bajarlo a 180º C, introducir el recipiente con la corbata con la parte de la costilla hacia abajo y hornear durante una hora aproximadamente, dándole la vuelta de vez en cuando y regándola con la mezcla de la salsa, hasta que tome el color dorado.
Sacar la carne de la fuente de hornear, pasar la salsa a una fuente, trocear y colocar los trozos encima de la salsa…..
Mi consejo a la hora de emplatar: acompañar con puré de patatas, champiñones al ajillo y zanahoria aliñada…..