Corre. Corre que no llegamos. Venga, que vamos a perder el autobús. Tú también, date prisa. Te he dicho que te des prisa. Deja eso en casa. Venga, vamos. Al ascensor. Todos los días igual, corriendo. Vamos, que el autobús se va a ir sin ti. Por favorrrrrrrrr. ¿Cómo te lo tengo que decir? Ya está, venga, al bus.
Venga, ahora tú. ¿Vienes? ¿Qué haces ahí parada? Ya te pongo yo el guante. Ya. Corre. Si, ya he visto que es de día pero que todavía se ve la luna. ¿No ves que mamá tiene prisa? Sí, también he visto el avión en el cielo. Deja ya esa cosa del suelo y ven. Anda más rápido. No, no tengo tiempo de jugar a pisar las sombras. Venga, por favor. Que no llegamos. Con la de cosas que tengo que hacer. Puf. Qué horror. Venga, vamos. Ya estamos. Adiós adiós. Me voy pitando. Y por la tarde más de lo mismo. Corre. Venga, date prisa, no hay tiempo, que no llegamos. No te distraigas. Llegamos tarde.
Ya está. Lo hemos hecho todo. Un día más. Misión cumplida: hemos llegado a tiempo. Sí, pero de qué manera. Con prisas, corriendo de un lado para otro, y sin pararnos a mirar la luna. Con lo bonita que estaba.