Tuvo suerte. Una amiga la llevó engañada a una asociación a hablar con un abogado experto en el tema. Pudo superar la vergüenza y decirlo llorando en su familia. Su padre cambió la cerradura de la casa. Y él no pudo volver a entrar nunca más. El divorcio fue de esos rápidos, menos mal. Y aunque durante años sintió pánico al verlo por la calle, se considera afortunada por haber escapado a tiempo de rehacerse a sí misma y coger las riendas de su vida.
Tuvo suerte. Una amiga la llevó engañada a una asociación a hablar con un abogado experto en el tema. Pudo superar la vergüenza y decirlo llorando en su familia. Su padre cambió la cerradura de la casa. Y él no pudo volver a entrar nunca más. El divorcio fue de esos rápidos, menos mal. Y aunque durante años sintió pánico al verlo por la calle, se considera afortunada por haber escapado a tiempo de rehacerse a sí misma y coger las riendas de su vida.