Este viaje ya empezó con un trabajo de aceptar que la vida a veces nos da un revés y todo cambia, ir preparados para acompañar a una mujer muy importante en nuestras vidas, una abuela, una mamá y una suegra que hoy más que nunca entiendo todas la conversaciones que tuvimos en mayo. Luego de muchos años de luchar y ponerle cara a una enfermedad, salir adelante una y otra vez, no pudo ... sus fuerzas estuvieron intactas hasta el final, y lucho...claro que luchó pero se fue. No era de hablar mucho, pero si tenía una sonrisa increíble que heredaron sus tres hijos, a mi me dejó una parte de ella que estará siempre en mi corazón y en mi vida, su hijo, mi compañero de vida y el hombre más maravilloso que conozco. Gracias querida Carmen.
Y el destino me encontró en el lugar justo y en el momento indicado para despedir a una de las personas que más amo y amaré en el mundo mi Papá, porque parece increíble y sin sentido pero a los 11 días de una pérdida llegó otra, que me golpeó de frente sin esperarlo. Por más que he corrido muchas veces para subirme a una avión a verlo, porque siempre estaba grave, porque se había venido abajo y él ya estaba cansado, esto no me lo esperaba, no estaba preparada, no así. A éste dolor siempre le tuve miedo desde que vivo afuera, a sentir lo que siento, a sentir que perdí y que pierdo tiempo de no estar con mis seres queridos, y a pesar que uno se acostumbra y el tiempo te hace fuerte, hoy no lo siento así. Si algo me enseño mi papá siempre es a ponerle cara a la vida y a las circunstancias que creemos nos superan, tomaré ese ejemplo para seguir adelante y que el tiempo aplaque las heridas.
Sé que no es un post alegre ni con buenas noticias, pero necesito hacer catársis (y eso que hago) de éste sentimiento. Y aunque hoy esté de bajón tengo mil cosas en la cabeza que haré para continuar mi camino. Agradezco a todas las personas que estuvieron a mi lado dándome ánimos y a los que estaban lejos gracias porque también sentí todo el cariño que me enviaron.