"Cada médico tiene su vaga, pero firme y casi inquebrantable, idea de cómo debe comportarse un paciente cuando está enfermo. Aunque es cualquier cosa menos explícita y concreta, es inmensamente poderosa e influye (...) prácticamente en cada detalle de su trabajo con los pacientes. Es como si cada médico tuviera un conocimiento revelado de lo que es correcto e incorrecto que los pacientes esperen y soporten, y además, es como si tuviera el deber sagrado de convertir a su fe a todos aquellos de sus pacientes que sean ignorantes y no crean."
M. Balint. The Doctor, His Patient and the Illness. (1957)
Nada más falso y huero que esta creencia: sin embargo así vamos por nuestra vida profesional, un poco como sonámbulos dueños de una verdad falsa, inaccesible a nosotros mismos y que solemos imponer.