No podemos por menos que dedicarle este post al marido de una de nosotras, Antonio, por más señas... Cuando vimos una foto con una caja de costura, inmediatamente se nos vino a la cabeza, pues no hay mejor costurero remendón en nuestras vidas que él. Todos los fines de semana, sin excepción, se lleva a su mesa de trabajo de casa el costurero familiar, y remienda algo; la funda de la sombrilla, los cojines de la terraza, la trabilla del cordón del albornoz, descosido por enésima vez... Mención aparte merecen sus vaqueros de estar por casa; es toda una suerte de collage de diferentes telas con los que ha ido tapando rotos y aguajeros... Todo, cualquier cosa, antes que deshacerse de ellos, y no solo por comodidad, sino por la obsesión de no tirar nada hasta que esté en las últimas, ¡pero muy últimas! Y mira que nosotras reciclamos y recuperamos, y vosotros que lo sabéis... Pues nos gana, y por goleada. Puntada a puntada, con una selección de agujas e hilos especiales que ha ido adquiriendo según el material a zurcir, va recomponiendo desgarros y destrozos, cual afanoso cirujano del tejido...
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Y una de nosotras, encantada de la vida, que ya sabéis, también, que la costura le da un poco de alergia... Así que, ¡bien por nuestro costurero remendón!