La decisión de acudir a la consulta de un terapeuta no suele ser sencilla en ningún caso. Dedicamos el artículo anterior a hacer más fácil este camino cuando es un niño quien necesita esta ayuda, pero ¿qué pasa cuándo somos nosotros quienes pensamos en llamar a la puerta del psicólogo?
Hemos recogido algunas frases típicas que representan ideas erróneas sobre lo que es el proceso de terapia y los psicólogos con el propósito de desmontar estos mitos:
- “No creo en los psicólogos”
Esta es una frase con la que los psicólogos estamos desgraciadamente familiarizados. Hay personas que repiten esta afirmación como si la psicología fuese un acto de fe.
Somos libres de elegir no ir al psicólogo si creemos que no es nuestro camino, sin que sea necesario hacer una generalización tan rotunda como “no creer”.
Un primer paso para combatir esta creencia es buscar información sobre centros de psicología. Qué métodos utilizan, los temas que abordan, o simplemente si la foto del terapeuta me da “buen rollo”. Si estás leyendo estas líneas es que ya has dado el paso de investigarnos. ¡Gracias!
- “No voy a ir al psicólogo porque no estoy loco”
Siguiendo este razonamiento, al médico solo acuden los enfermos terminales.
Si vamos al médico por tener gripe o a vacunarnos contra la alergia, ¿qué tiene de malo ir al psicólogo si (por las razones que sean) no nos sentimos bien?
Si tener ansiedad o depre es cosa de locos… todos lo estamos un poco, porque todos nos sentimos desbordados o tristes en algún momento, al igual que cogemos un catarro.
- “Con contárselo a mis amigos es suficiente”
Contar con el apoyo de nuestro entorno de confianza es importantísimo, y claro que nos ayudan… pero a veces con eso no basta.
Por raro que resulte contar nuestras intimidades a un extraño eso nos da también el desahogo de hablar con alguien que no nos va a juzgar ni tiene ideas preconcebidas sobre nosotros.
- “No me hace falta un psicólogo. Ya se me pasará”
Es habitual que comparemos nuestros problemas con alguien que se encuentre en una situación peor, pero esto tiene un peligro: reprimirnos.
Sabemos que hay problemas peores que los nuestros, pero es absurdo restarle importancia a lo que nos afecta, ya que por pequeño o irracional que sea, es nuestro problema.
Si no sabemos cómo poner remedio a nuestro malestar nos estamos arriesgando a que cada vez se vaya haciendo más grande y se cronifique.
- “A ver si el psicólogo me cura”
No somos adivinos, no leemos la mente. No tenemos superpoderes ni una varita mágica que solucionen los problemas de forma inmediata o den la respuesta que necesitamos oír.
Guiamos y acompañamos a las personas durante un periodo determinado de sus vidas, pero no somos los causantes de la mejoría, sois vosotros.
Iniciar una psicoterapia supone comprometerse a trabajar fuera de la consulta. De nada servirá la labor del psicólogo si no se entrenan las herramientas proporcionadas en cada sesión.