Escuchaba su trisar, ése chirrío agudo que se unía al suave y melodioso canto de los mirlos. De fondo el arrullo alto y penetrante de las tórtolas acompañado por los sencillos trinos, reclamos de los bulliciosos gorriones, chip chip chip repetidos insistentemente.
Ningún otro sonido rompía ése momento de embrujo en mi calle, ni el viento, ni las hojas de los árboles tintineando unas con otras; ni coches, tampoco las voces de mis vecinos, ya no había palmadas a las ocho de la tarde como hacía más de sesenta días, ya nadie cantaba el “resistiré” en los patios y jardines, ni en los balcones cercanos, ya sólo escuchaba ésa otras música, el canto de los maravillosos pájaros que me rodean, que me animan, que me invitan a volar, a soñar, a disfrutar de la vida.
Éstos días de “confinamiento” he sentido la imperiosa necesidad de llenar de colores mis platos, las recetas que he preparado, hacerlos alegres y divertidos, mientras continúan los días en los que #YoMeQuedoEnCasa. Aún no sé si ésos alegres, coloridos platos me lo pedía el cuerpo o el espíritu.
Estoy totalmente convencida que los colores influyen sobre el estado de ánimo e incluso en el comportamiento, también son capaces de influir sobre la fisiología. No hay que olvidar que a la hora de comer, el primero que entra en juego es la vista, la comida entra por los ojos: la forma, las texturas, los aromas y el color, activan recuerdos, emociones y lógicamente seducen el apetito.
Y la tarde de éste último domingo me inspiró, el amarillo, el color del cielo de un atardecer, de una puesta de sol se dibujó, se plasmó en ésta SOPA O CREMA DE MANGO CON CEBOLLA ESPECIADA Y PISTACHOS.
INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:
1 mango grande maduro, media cebolla pequeña (blanca dulce), una ramita de cilantro fresco, 50 grms. de pistachos pelados, media cucharada pequeña (de café) de pimienta rosa en grano, una cucharada pequeña de jengibre en polvo, seis semillas de cardamomo, sal, dos cucharadas de zumo de limón, aceite de oliva virgen extra.
Pelar el mango y cortar la pulpa en trozos (reservar dos o tres trocitos cortado en forma de cuadrado para decorar).
Echar el mango en el vaso de la batidora junto con el zumo de limón y salar al gusto, pasar a máxima potencia hasta conseguir una crema lo más fina posible. Reservar en el frigorífico.