Sí, reconozcamos un hecho fehaciente, los medios de comunicación incluso las redes sociales han monopolizado nuestras conversaciones, han ido introduciendo sin darnos cuenta, poco a poco nuevas palabras en nuestro vocabulario del día a día, debido lógicamente a éste virus, una amenaza invisible y desconocida, el covid19 que se ha propagado por todo el mundo.
Palabras y expresiones que quedarán grabadas en nuestra memoria, en nuestro léxico por lo que estamos viviendo y muchos sufriendo hoy en día.
Palabras que suenan a miedo, a la enfermedad, a la muerte, a estar encerrado, no tener toda la libertad a la que hemos estado acostumbrados; pero también nos quedarán otras unidas a éste estado de excepción nunca antes experimentado por el ser humano, palabras que reconfortan, que animan e ilusionan.
Solidaridad, generosidad, bondad, unión, valorar, familiaridad, creatividad….
El estar más de dos meses metidos en casa ha aportado también ésa creatividad, quizás por necesidad en muchos casos, aprendizaje en otros, en la cocina. Se han llenado los caminos virtuales de canciones, de arte, de bailes, de humor, de recetas de cocina, de detalles que han conseguido de una manera u otra que estemos unidos en la lejanía, que con el lema #YoMeQuedoEnCasa la humanidad se ha sentido más cerca que nunca del prójimo.
Han sido muchas las horas para pensar, para emplear en todo tipo de arte incluso en ése arte tan maravilloso, efímero pero necesario como es la gastronomía.
Éste último apartado, el arte en la cocina, ha sido también un motivo para distraerme, para realizar platos más estéticos, más elaborados y descubrir nuevos ingredientes e incluso nuevos nombres de productos, como es el caso de ésta receta.
Por primera vez he usado el tirabeque en mi cocina. Los tirabeques (Pisum arvensis), son unas vainas de la misma familia y género que los guisantes, pero en lugar de ser cultivadas por sus semillas, son las propias vainas las que se consumen y sin desgranar, pero en su interior esconden unas semillas casi imperceptibles, es tan pequeña, que la vaina es casi completamente plana, algo más ancha que las de los guisantes y de un largo similar.
Considerados una verdura, ésta hortaliza tan poco conocida por su corta estacionalidad, de la que se come todo, sólo se puede encontrar durante unas semanas al inicio de la primavera (finales de marzo-principios de abril),
El tirabeque se conoce también por el nombre de bisalto, “mangetout”, miracielo, guisante capuchino, guisante de nieve o de azúcar, o los poéticos “pois gourmand” en Francia y “snow peas” en Inglaterra. “Mangiatutto en Italia y el descriptivo “cometodo”; y es que realmente se come todo, desde la vaina al grano, cosa que no ocurre con su pariente el guisante o como a mi me gusta llamarle: “chicharo”
Originario de Asia, se extendió por el Mediterráneo en tiempos inmemoriales, de un color verde vivo y brillante, su textura es delicada y crujiente. Deben consumirse lo antes posible a su recolección, ya que pierden frescura y sabor.
Yo tengo la suerte de encontrarlo en mi frutería de confianza, que se surte en las huertas del Valle del Guadalhorce, con ellos he preparado ésta deliciosa crema de tirabeques.
INGREDIENTES PARA DOS PERSONAS:
150 grms. de tirabeques, una patata mediana, un trozo de cebolla blanca dulce, un vaso grande de agua, medio vaso pequeño de nata especial para cocinar, una cucharada pequeña de maicena, sal, pimienta negra, una ramita de cilantro, aceite de oliva virgen extra y frutos secos (opté por pistachos y nueces).
Lavar los tirabeques, cortarles las puntas y retirar las hebras laterales. Abrir algunos y retirarles las semillas (las lágrimas) reservándolas para decorar el plato y darle un toque de frescor.