Crianza sin apellidos: Ser o parecer

Por Psicoceibe @alejandrobusto
*por Olga Carmona"...Percibo que somos percibidos como padres caóticos, por momentos negligentes, que no educan, que favorecen una suerte de libertinaje infantil, que nos tiranizan ahora o más adelante, que nuestras vidas se han llenado de nuestros hijos porque estaban huecas y vacías, y que éstos  serán seres marginales del sistema por culpa de estos padres que a nada les obligan  ni enseñan respeto."
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Ibamos en el coche, una tarde noche cualquiera, todos muy cansados. Los niños atrás gritando como poseídos, evidentemente sobreexcitados por el cansancio, su padre y yo no podíamos articular una sola palabra que pudiera ser escuchada por el otro, ni por ellos. En un alarde de rebajar ese nivel de estrés sin aumentarlo ni dejarnos llevar por él, planteamos el siguiente intercambio de roles a los niños: “atención, nosotros vamos a ser los hijos y vosotros los padres”, así que ni cortos ni perezosos, su padre y yo nos pusimos a chillar, lloriquerar, pedir cosas, reclamar atención, pelearnos… todo esto aliñado con unos considerables niveles de decibelios.  En la parte de atrás del coche se hizo un silencio absoluto, aunque corto. Ella, con 4 años, empieza a intentar calmarnos y comunicarse con claros signos de impotencia. El, rompe a llorar desconsolado. Llora y verbaliza entre lágrimas y mocos: “no quiero jugar a esto, si vosotros sois los hijos, quien nos cuidará, quienes serán nuestros padres,  somos niños, no quiero jugar a esto, me asusta.”Nuestros hijos no son nuestros amigos. Y no quieren serlo. Crianza positiva, crianza respetuosa, crianza humanizada, crianza de apego… no me gustan los apellidos, aunque sean estos. CRIANZA es CRIANZA y efectivamente debe ser respetuosa, debe ser humana, debe ser basada en el apego. Lo otro es adiestramiento, lo otro es despotismo ilustrado, lo otro es abuso de poder.Tampoco me gusta el pack, como si los padres que educamos y criamos desde este lugar debiéramos someternos a una serie de requisitos de toda índole para encajar dentro de la ortodoxia respetuosa, que de mediocridad y tópicos también va servida.
Percibo que somos percibidos como padres caóticos, por momentos negligentes, que no educan, que favorecen una suerte de libertinaje infantil, que nos tiranizan ahora o más adelante, que nuestras vidas se han llenado de nuestros hijos porque estaban huecas y vacías, y que éstos  serán seres marginales del sistema por culpa de estos padres que a nada les obligan  ni enseñan respeto.Suponen que confundimos contener con consentir. Si, señores, yo contengo a mis hijos cuando necesitan ser contenidos en su decepción, en su frustración, en su miedo, en su soledad, en su incomprensión del mundo, los contengo con el abrazo, con el silencio o con la palabra, con la caricia, con la presencia, con la mirada. Y no, no les consiento aquello que demandan y no necesitan, aquello que quieren pero considero que les daña, aquello que me piden y no les ayuda a crecer. No, no les consiento que falten al respeto a otro ser vivo, que tiren un papel al suelo o levante la voz a nadie. No, no les consiento que callen una agresión y no busquen ayuda. Contener no es consentir.Suponen que confundimos firmeza con severidad. La severidad, es verdad, no forma parte de nuestro planteamiento vital y muchos menos con aquellos a quienes amamos. Firmeza como coherencia, sí. Firmeza cuando he dado mi palabra para bien o para mal, si. Firmeza cuando he tomando una decisión y la mantengo. Firmeza porque con ella estoy transmitiendo consistencia y coherencia. Firmeza en lo que hago y digo porque de ella depende, también, su seguridad. ¿Severidad no es el eufemismo de sadismo?
Suponen que ser flexible es ser permisivo.Suponen que ser seguro es ser autoritario.Suponen que sin castigos no hay aprendizaje. Suponen que el respeto nace del miedo, no del amor y la tolerancia y la admiración.Suponen que la libertad se ejerce, cuando uno es mayor, como si de una ciencia infusa se tratara, como si no se aprendiera desde la cuna, como si no se ensayara, como si no consistiera en años de aprendizaje y consecuencias.Suponen que reconocer nuestros errores nos debilita y descalifica ante su mirada, como si tuviéramos que ser el padre todopoderoso más divino que humano y por tanto más inaccesible, más alejado, más intocable, menos verdad.La CRIANZA desde este lugar de empatía, respeto e igualdad responde a una profunda filosofía de vida que se extiende más allá de los hijos, que nos define como seres humanos y filtra nuestra forma de ver y aprehender el mundo. Si esta mirada empática, sensible, respetuosa y humilde de ver la vida y su magia no nos empapa y no nos corre por las venas, no hay paradigma educativo que sirva, simplemente porque no lo vamos a poder transmitir. Esto no es un decálogo de buenas prácticas en crianza, esto es una forma de vivir, una forma de sentir que, cuando llegan los hijos, se convierte entonces, en una forma de amar.
**Fotografía By Danilo Rizzuti, published on 19 April 2010
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