En esta nueva entrega de Recurrencias en la literatura juvenil vamos a intentar poner sobre la mesa a todas las criaturas sobrenaturales que han sido catapultadas a la fama en los últimos años. Para enfrentarnos a esto hay que tener muy claro que estas criaturas aparecen sólo en el género fantástico.
La moda desde los griegos
Dicen que la literatura fantástica nació allá por el siglo XVII, aunque no todas las voces se ponen de acuerdo; unas cuentan que fue tiempo atrás y otras que un siglo después. Lo que nadie discute es que el género siempre ha bebido de una tradición mucho más antigua que se remonta a la fantasía clásica, especialmente la griega: unicornios como Pegaso, centauros como Quirón, gigantes como Orión y sirenas como Parténope.
Antes de los hobbits, las varitas y los vampiros
Existe una multitud inabarcable de criaturas fantásticas que conforma el tejido del género fantástico, muchas de ellas recurrentes a lo largo del tiempo, pero no hay ningún truco de magia que permita que de repente se conviertan en criaturas de moda. Las modas de repente aparecen. Y tan pronto como lo hacen, desaparecen.
Tal vez porque los animales parlantes nunca han dejado de tener su lugar en la literatura juvenil, nunca llegaron a generar fenómenos de imitaciones en masa. Precisamente parece que esto les ocurrió después a los elfos de Tolkien o los magos de Rowling, criaturas siempre atrayentes y recurrentes pero nunca fenómenos extraordinarios.
Las criaturas de Tolkien
Los niños magos
Existe un digno y orgulloso “rival” de El señor de los anillos, la heptalogía Harry Potter (J. K. Rowling), dirigida a un público lector esencialmente juvenil. El primer título de la saga, que vio la luz en 1999, desató la moda de los niños magos. Al igual que la adaptación al cine de la “trilogía” más famosa de Tolkien, Harry Potter y la piedra filosofal llegó a las salas en 2001, y desembocó en otro fenómeno sin precedentes.
A partir de Harry Potter muchos libros han estado protagonizados por niños magos, algunos con más tino que otros o con más ganas de innovar y refrescar el género. Algunos de los títulos más recientes son Oksa Pollock, Aldwyn y la profecía, Los magos primigenios o La hermandad de la eterna oscuridad.
Podría decirse que los niños magos (o brujos) se erigieron como criaturas de moda, pero hay algo aquí donde no todo el mundo se pone de acuerdo. Hay quienes opinan que las criaturas fantásticas son sólo orcos, hadas, elfos, duendes, trols o unicornios, por ejemplo, pero que los magos, como no dejan de ser humanos a pesar de tener poderes, no pueden considerarse “criaturas”. Otros defienden la idea de que todo aquel ser sobrenatural o bañado de magia se puede etiquetar como “criatura fantástica”. Y luego están los que consideran seres fantásticos a aquellos que no tienen forma humanoide; para que nos entendamos: meten en el cajón de “criaturas fantásticas” a seres como unicornios, hadas o kelpies y dejan fuera a magos, elfos, gigantes o enanos. Pero ni siquiera este grupo de voces se pone de acuerdo en qué criaturas son fantásticas o no: por ejemplo, ¿y el centauro, mitad hombre y mitad caballo?, ¿y el fantasma?
Aparte de lograr que todos los niños del mundo desearan ser brujas y magos (como Roald Dahl les hizo desear mover objetos con la mente como hacía Matilda), el mayor éxito de Rowling reside en haber creado un universo complejo y fascinante, dificilísimo de imitar.
Vampiros y hombres lobo
Hay una criatura sobrenatural que se ha alzado con el título indiscutible de criatura de moda en la literatura juvenil: el vampiro. En 1991 L. J. Smith lo recuperó en sus Crónicas vampíricas, pero no fue hasta 2005, gracias a la saga Crepúsculo de Stephenie Meyer, cuando volvió a convertirse en una estrella. El fenómeno que crearon sus chupasangres de piel brillante, dieta “vegetariana” y mente romántica fue abrumador.
Meyer, “culpable” de la popularización de hombres lobo y vampiros (sobre todo estos últimos), utilizó dos de los mitos más populares para desarrollar una trama romántica adolescente que ahora mismo satura el mercado de la literatura juvenil, un mercado en el que falta frescura y sobran triángulos amorosos prohibidos pésimamente construidos protagonizados casi siempre por una chica simplona y dos deseables seres sobrenaturales, a veces enemigos mortales.
Prueba de esta popularización son novelas recientes como Sombra nocturna, Los lobos de Mercy Falls, Los guardianes ocultos, Aguas oscuras, Entrelazados o Los bersekir, sobre hombres lobo más y menos sexis; y El circo de los extraños, Vampire Academy, Medianoche, La Casa de la Noche, Entrelazados, Lazos de sangre, Círculo de sangre o Élite oscura, sobre vampiros casi siempre sexis. La balanza parece equilibrada, pero lo cierto es que la moda vampírica ha superado con creces a la lupina.
Ángeles y demonios
Después de la época dorada de los chupasangres y hombres lobo, todavía inacabada, intentaron tomar el relevo los ángeles y demonios; a veces por separado pero generalmente juntos, no en vano representan la batalla más ancestral entre luz y oscuridad.
Tattoo, Dos velas para el diablo, Crypta, Los Sangre Azul, Hush hush, Ángeles caídos, El designio del ángel, Demonios personales, Heraldos, Hija de humo y hueso o Tentación de ángeles son buenos y malos ejemplos de ello.
Y mientras ángeles y demonios intentaban salir a flote, los zombis de Generación Dead jugueteaban también con la idea de hacerse un hueco en el mercado de la literatura juvenil, pero, ya fuera por lo limitado de su público lector o porque éste ya no daba más de sí después de tanta saturación de criaturas fantásticas intentando despuntar, no lo lograron. Los inmortales de Alyson Noël y otras tantas criaturas fantásticas recién nacidas también aspiraron a convertirse en seres famosos, pero protagonizaron estrepitosos fracasos.
Las criaturas de moda
La literatura juvenil contemporánea sufrió un antes y un después tras Harry Potter y Crepúsculo. Ambas series generaron fenómenos hasta entonces impensables, crearon legiones de nuevos lectores, y llevaron al olimpo a magos y vampiros. Desde entonces no ha vuelto a ocurrir un verdadero boom, ni con Cazadores de sombras, ni con Hermosas criaturas, ni con Los juegos del hambre.
Parece que ahora, en lugar de criaturas sobrenaturales y triángulos amorosos sin fundamento, los lectores prefieren mundos distópicos con triángulos amorosos con y sin fundamento como los de
Suceda lo que suceda, que lo haga, eso sí, con originalidad, innovación, sorpresa y un buen trabajo detrás. Porque no basta con escribir sobre vampiros o niños magos porque los lectores demandan más de lo mismo, o no basta con ponerle alas grises a la protagonista y hacer que se enamore del chico malo de cuernos y tridente porque ese amor vacío es lo que se lleva. Las criaturas de la literatura juvenil y la propia literatura juvenil se merecen un trato de respeto y calidad, un filtro. Si termina publicándose todo porque todo vale, la burbuja explota y deja de saciar. ¿No está ocurriendo esto mismo con los ángeles y los vampiros? Que se prepare el género distópico, porque ya empieza a bailotear desafiante en el borde del precipicio…
Está visto que ser una criatura fantástica y sobrevivir a lo largo del tiempo no es tarea fácil, pero convertirse además en criatura de moda es una misión muchas veces inalcanzable, sobre todo porque la competencia es feroz. ¿A qué criatura le tocará la lotería próximamente?