Crisis de valores (retrospecitva)
Llevamos muchos años tratando de educar a las personas con nuestras palabras, cuando las palabras es lo más sencillo de olvidar. No cala. Aquello que queramos que incida en la vida de alguien, debemos trasmitirlo mediante las aptitudes, comportamientos y valores.
Los adolescentes son personas vulnerables a los cambios de estilo de vida, así pues, dependiendo de como les hayamos educado y tratado, así se comportarán o enfrentarán a los distintos desafíos o crisis que se les presenten en la vida.
Creo que no habría de ser padres hasta que deliveráramos que es lo que han hecho los nuestros con nosotros mismos, pues es cierto que todas las conductas o valores también las adquieren los niños a quienes estamos educando. Además, no solo aquellas conductas o valores que pensamos que somos o que tenemos, sino también aquellas conductas nocivas o valores que si quiera sabemos que albergamos. Por este motivo, deberíamos cononcernos muy bien a la hora de educar a un niño.
La mayoría de las conductas, por estár tan cerca de nosotros mismos, no somos capaces de verlas, valga la frase popular “se ve mejor la paja del ojo ajeno, que la viga en el propio“. Esto es una realidad. No siempre es así, hay gente que se conoce y ha profundizado en las circunstancias de la vida que ha llevado, pero es una labor que nunca termina (para los que hayan pensado que ellos se conocen). La importancia de conocerse, implica conocer las aptitudes, circunstancias o crisis que le han llevado a tomar las decisiones; voluntarias e involuntarias de los acontecimientos buenos y sobre todo malos de la vida.
Implica además, relacionar esas conductas o situaciones con la educación recibida, de cómo nos han educado. Esto sería tomar conciencia de nuestra vida, de nuestro ser, para poder ofrecer lo mejor de nosostros mismos y repeler aquellas aptitudes que nos han llevado a circunstancias “erroneas”, o mejor dicho desagradables en nuestra vida. No cabe duda que seres perfectos no seremos, siempre habrán nuevos retos y crisis que superar, pero ahí estará nuestra conciencia para determinar lo que estará mejor. Tampoco debemos pensar que no nos equivocaremos, pero también estará nuestra conciencia despierta y alerta para evitar, en la medida de lo posible, nuevos acontecimientos desagradables. Solo así podremos educar a un niño con las aptitudes que pensamos deberíamos conceder y cuales no queremos que se repitan.
Esto no quiere decir que si nos pasa esto o lo otro la culpa es de nuestros padres. La culpa no la tiene nadie; ellos tratan de educar como pueden o creen que deben, o tal vez, así les educaron a ellos. Pero sí somos responsables de determinar aquellas aptitudes nocivas y tratar de eliminarlas. Nos encontramos en una grave crisis de valores que se ha ido deteriorando en las aptitudes y comportamientos de las personas, pero eso ha tenido un comienzo mucho antes de su determinación…
Alx
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