Crítica: True Detective (Season Two), (Nic Pizzolatto, Justin Lin, 2015)

Publicado el 14 agosto 2015 por Paco Garrido @PacoGarrD

La esperada continuación de la flamante True Detective protagonizada por McCounaghey y Harrelson, ha suscitado críticas dispares tanto en la crítica profesional como público, atrapada entre la maraña que tejió Nic Pizzolatto y Fukunaga hace un año, este último haciendo laborales de producción y cayéndose de la dirección, digamos que la nueva aventura disiente bastante en ese aspecto.
Pizzolatto vuelve a escribir un guión contundente, a pesar de estar a la sombra de su primera obra para HBO, su trama policíaca-mafiosa en las calles californianas contiene una partitura sólida que se acentúa en los personajes, uno de los pilares fundamentales en sus composiciones.
True Detective II nos pone en la piel de Velcoro, Bezzerides y Woodrugh, unos policías con tintes oscuros y devorados por sus tormentosos demonios intentan abrir un rayo de luz a un asesinato. Mientras, Frank Semyon pretende recuperar su poder dentro del crimen organizado a toda costa y sin reparos. Como si estuviera escrito por Robert Johnson mirando al diablo en un cruce de caminos, estos cuatro dignatarios serán los pilares para sostener la nueva trama detectivesca ideada por Pizzolatto. En la proclamada "Edad de oro de la televisión" True Detective se ha convertido en algo venerado hasta cuotas insospechadas. La primera temporada se convirtió en un puñetazo sobre la mesa haciendo temblar los siempre estables cimientos del cine, revelando una historia francamente magistral.
Eso es lo más inoportuno de True Detective II, vivir a la sombra de True Detective I. Las siglas TD le han pesado a la hora de obsequiar al espectador con algo estruendoso, consiguiéndolo a ráfagas durante sus ocho horas. Dejando de lado este aspecto, nos encontraremos un mundo de corrupción, asesinos, policías desequilibrados y cualidades del neo-noir moderno dignas de ser contadas. Aún así, estamos ante una buena serie policíaca que se abre camino a golpe de cigarrillos, whisky, sangre y tensión sexual acumulada. Farrell y McAdams ofrecen unas interpretaciones estupendas, con unos personajes absorbentes y con un aura misteriosa alrededor de ellos que empatizan con el público. Velcoro y Bezzerides se echarán de menos, en cambio, no puedo decir lo mismo de Woodrugh y Semyon. No veía a Vaughn de mafioso serio y malote, aún sigo sin verlo. Su personaje lleva un peso importante en la trama, y aunque consigue encauzarlo de manera estable gracias a unos diálogos francamente fantásticos, la trama secundaria con su esposa llega a fatigar.  Taylor Kitsch se queda a medio camino, convirtiéndose en un peón dentro del abanico de torres. 
Excelente música ambiental y banda sonora que acompaña a la acción, como podíamos esperar de este equipo. La ambientación está lograda y la intensidad narrativa puede decaer en algunos momentos, sobre todo al principio de la historia, donde se empiezan a poner las cartas sobre la mesa y puede resultar algo lenta. La prosa de Pizzolatto sigue intacta, contando una narración dura y sin tapujos, a pecho descubierto y criticando a un sistema corrupto, que por desgracia, no está solo en Estados Unidos sino en cualquier parte del planeta. A veces el desarrollo puede parecer enfarragoso por la cantidad de detalles que profiere, si pestañeas te puedes perder, imponiendo atención máxima en el espectador.
Si te gustan las historias policíacas oscuras, esos thrillers intensos que mantienen una aureola de misterio constante y con buenos personajes, la segunda entrega de True Detective te mantendrá enganchado. A pesar de sus altibajos de intensidad narrativa, acompañados de un desenlace falto de poderío, es una serie bien estructurada y con múltiples matices para desgustación del espectador más exquisito. Pero hay que verlo como lo que es, una historia totalmente diferente a la primera.

Valoración: [7/10]  
★★★★★★★

Paco Garrido