Texto: Sonia Lozano
Conocer la cromoterapia es conocer todo lo que se percibe con los ojos puesto que todo va ligado al color, incluso las transparencias del agua que las podemos ver por oposición a los colores que nos rodean. Es importante, pues, lo que percibimos con la vista pero lo que quizás mucha gente no sepa es que los ciegos perciben también el color a través de la dermóptica, una técnica que les permite que las impresiones táctiles se acerquen a un color u otro. De tal manera y si jugamos con la temperatura el color rojo aporta más calor que el azul por ejemplo pero en realidad eso es algo que sentimos todos: el color blanco en verano en nuestra ropa repele el calor y el sol con más facilidad que el negro, razón por lo que el invierno nos llena de colores oscuros tratando de mantener la temperatura corporal.
Pero los colores no siempre nos dicen lo mismo. El rojo, que es calor cuando lo vestimos, es tensión cuando abusamos de él en paredes, techos y decoración; o generador de miedos cuando lo visualizamos en meditaciones sin control o incluso angustia y soledad cuando lo vemos por oposición en un lugar donde predominan los azules (bien porque lo hay en pequeñas cantidades, bien porque al cerrar los ojos ante la saturación del azul lo que “vemos” dentro de nuestros párpados es rojo). La cromoterapia es pues un mundo para muchas técnicas: publicidad, películas y fotografía, decoración, moda… y no podía faltar la salud.
Dentro de las ramas de salud aun así también hay muchas distinciones. Hay profesionales que trabajan con los chakras que emplean el color azul para permitir una mayor fluidez entre estos y los nadis o canales de energía y sin embargo otros dirían que el color adecuado es el naranja para esto mismo. ¿Dónde está la diferencia? Básicamente en el campo del individuo a tratar. Ambos colores aplicados a los chakras van a aportar fluidez pero si el atasco a solventar es más bien físico necesitaremos el color naranja mientras que si es de tipo mental es mucho más efectivo el azul. Y es que la técnica de chakras es quizás de las más utilizadas y de mayor difusión por lo que a menudo cuando vemos información sobre colores está sacada de esta técnica.
Otro sistema de trabajo es en salud, la aplicación de la cromoterapia en consulta en búsqueda de opuestos. Trabaja con la acumulación o dispersión de fuerza de un músculo, un órgano o la misma piel, aplicando los colores que aportan básicamente fuerza y calor (rojo porque se considera frío), serenidad y estabilidad verde-al que se considera cambiante), humedad (azula quien se considera secante), frío y distanciamiento (naranja- que es considerado caliente) etc. Este sistema emplea la oposición de lo que se es y ya empezamos a ver discrepancias ya que estamos hablando de que aquí el rojo se considera frío y antes hemos hablado de él como caliente en dermóptica. Y es que lo que no hay que cansarse de advertir es que cada color es una longitud de onda que se interpreta de distinta manera por el receptor. Si pusiéramos un ejemplo sería más o menos (salvando las distancias y las pronunciaciones pero para que nos entendamos) como si oyésemos un ui*: si fuese un francés estaría dando un sí (oui), mientras que si lo oyésemos en español sería una interjección (uy). Así ocurre que si lo recibe el cerebro emocional lo traduce distinto que si lo hace el instintivo, la piel percibe diferencia respecto al músculo que tiene debajo etc.
Unos simples infrarrojos demuestran que pueden hacer variar mucho las reacciones cuando los aplicamos en casa. Nuestra imagen externa también puede afectarse a través de los colores (de lo que ya hemos hablado en el número 25 de vida natural) y mantener demasiado tiempo un color en nuestra ropa puede afectarnos (la tristeza o la negación propia asociada al negro durante mucho tiempo es quizás la más conocida de estas acciones pero que tiene muchas más variantes). Por lo tanto la cromoterapia es una técnica válida para todos pero que hay que usar con conocimiento y prudencia.