Anamaría Trillo, escritora-editora, expresó su agradecimiento hacia Playa de Ákaba por ser en su vida personal y profesional el origen de todo. Encargada de presentar el poemario de Elías, apuntó que podría hablar de los dos, pues participó en ambos en el proceso de edición. Vengo a hablar de poesía, nos dijo la escritora, pero antes quiero hablar del acto al que asistí el pasado 23 de febrero, porque es día descubrí que la poesía es el origen de lo que los autores queremos transmitir, y cuando recuerdo ese día, creo que la poesía tiene esperanza, apostilló Anamaría, como breve introducción antes de aludir a que había leído el poemario de Elías por la noche. La poesía tiene tanta fuerza, que cuando uno lee poesía lo que ve es lo que el poeta quiere contar. Al coger la portada de este libro la primera impresión que transmite es frío, y te traslada a León, a la infancia, a la leche tibia…, esa es la fuerza de la poesía, nos recordó. Tiempo de invierno es un libro que te transporta al origen, y a lo que tú eres. Cuando lo he leído he recordado las arrugas en la piel. ¿Cuál es el logro?, nos dijo dirigiéndose a Elías, que no sé si es tuyo o mío, porque Elías me cuenta lo que le ve y lo que yo veo, en una bella simbiosis entre creador y lector. Para finalizar, la escritora quiso agradecerle el trabajo a Elías desde que le conoció, y quiso también, agradecerle a Noemí la oportunidad de conocerla a través de sus poemas.
Elías Gorostiaga empezó su intervención agradeciéndole sus palabras a Anamaría Trillo, y nos dijo que todo el mérito no es mío, sino del lector, para continuar expresando: me gusta la determinación del librero de Lé por su apoyo a la lectura. Enseguida relajó el nivel de su intervención cuando recordó su anterior presentación en Madrid, y la anécdota, compartida con Lorenzo Rodríguez, de su anterior multi gira madrileña, primero también por Lé, y su posterior cita en una librería de Lavapiés al día siguiente, donde solo asistieron tres personas. Una circunstancia que Lorenzo Rodríguez esbozó desde la ironía al evocar el fracaso de una larga preparación, lo que le llevó a enfadarse con el propio Elías. Enfado de corta distancia y duración como pudimos comprobar el sábado. Enseguida dejó Elías las risas que a todos nos arrancó la anécdota de su anterior presentación, para una vez volcado sobre el texto que había escrito nos dijo eso de: lo que quiero hoy hablar es de que vivimos sobre un cementerio que está lleno de cuerpos..., un cementeriosobre el que luego se siembra trigo, se hacen carreteras..., excelente metáfora de lo que significan las raíces y los recuerdos que nos afianzan a ellas. Yo, después de veinte años y tres de Playa de Ákaba, rescato este libro y me veo menos en él cada vez que lo leo..., entonces, por qué se ha publicado. Es algo milagroso, pues habla básicamente de la muerte. Es un libro que ha olvidado a su autor y el autor a él, pero también, es un homenaje al paisaje, y un símbolo de una batalla que se agota. Lo escribí pensando en que sabía qué era la soledad, sin embargo, la auténtica soledad solo llega cuando pierdes a alguien verdaderamente importante..., ese camino que llega después. Las mujeres son las que te anclan al tiempo, al paisaje y a la vida, añadió. En medio de todo eso estoy yo, en mitad de la leche tibia... Cuando paseas por Madrid o Barcelona no es lo mismo que hacerlo por Valencia de Don Juan, porque aquí, el paisaje te aborda y se apodera de ti. Este libro es un paisaje frágil que vuelve allí. Solamente viviendo, volvemos a morir y llegamos a marzo que es donde acaba el poemario y la intervención de Elías.
Lorenzo Rodríguez inició su intervención diciendo que Elías cuenta las cosas a su manera, por ejemplo, la presentación de hace cuatro años. Pues, aprovechando el viaje a Madrid, me propuso hacer una pequeña gira. Claro está, todos mis amigos y conocidos se vinieron a Lé, y no a la librería de Lavapiés al día siguiente. Menos mal que luego en la cena me reconcilié contigo. En aquella librería, aparte de las berenjenas fritas, daban cava, pero como estuvo vacía no nos lo dieron, nos recordó Lorenzo R. entre las risas de los presentes, por lo bien argumentada, narrada y escenificada que quedó la anécdota de la anterior presentación de Elíasen Madrid. Diferenciada la anécdota por parte de Lorenzo R., el sentido de su intervención cambió radicalmente y nos contó que, cuando era niño, siempre quiso que le tocara un sobres de esos de Nescafé que llevaban un sueldo para toda la vida, para de esa forma poder dedicarse a lo que él quisiera. A lo que añadió, que la amistad que le une a Lorenzo Silva es mejor que un sobre de Nescafé, porque me ha dado muchas alegrías, y entre ellas, el regalo de conocer a Noemí. La vida que, en muchos sentidos es cicatera, sin embargo, a mí, me ha hecho un gran regalo cuando conocí a Noemí Trujillo. Yo definiría mi relación con ella como muy estrecha, pues raro es el día desde que la conocí en Vilapoética que no intercambiamos unas letras. Por eso, yo a ella la entiendo perfectamente, conozco sus luces, sus heridas y sus cicatrices, y gran parte de todo ello está en este libro, que tiene un gran valor literario. Un libro testimonial muy fuerte de su vida con Lorenzo Silva, del primer al último verso. Todo el libro es una carta de amor a la persona amada. Este poemario, que tiene una gran valor literario, es un gozo y un disfrute para el lector, porque aquellos versos que consiguen hacernos pensar y emocionarnos nos hacen la vida mejor. En cuanto a las razones de su valor literario, nos apunta Lorenzo R. que asistimos a la evolución de una voz poética desde su inicio; también incide en que es una poesía muy original porque apela a las cosas cotidianas, a lo que nos preocupa a todos, y lo hace con un enorme talento literario, que trasciende la cotidianeidad para hablarnos a nosotros mismos desde la trascendencia. También nos apunta Lorenzo R., que muchos de sus poemas son bastante impúdicos, en los que además, vuelca las preocupaciones que poco a poco van surgiendo, como por ejemplo, el niño, la casa... Es una poesía levemente culturalista con referencias literarias muy finas. Es una poesía que ha ido ganando en libertad y originalidad, y que contiene un realismo sucio y una poesía de la experiencia. Noemí ha conseguido cincelar una voz propia. Un lugar con nieve es un libro hermosísimo al que se puede volver muchas veces.
Noemí Trujillo comenzó su intervención recordándonos que la cultura es un acto de participación, y que si no hay lectores no hay libros, expresando su alegría al ver a muchas personas alrededor que hacen que todo esto sea posible. Al repasar los poemarios que componen Un lugar con nieve nos dijo que La Magdalena nació como un regalo de Reyes para su marido, Lorenzo Silva, a modo de una canción escrita para él. Son un conjunto de poemas dispersos, de los que expresó sus dudas sobre su voz como poeta, refiriendo que cuando lo presentó por mi primera vez, Lorenzo lloró. Gracias, que a la hora de encontrar su voz como poeta, se cruzó en su camino Ramón Alcaraz, presente en el acto, y que como profesor le ayudo muchísimo, sobre todo, a creer en ella y en la construcción de su voz poética. También a gradeció a Elías Gorostiaga que estuviera allí compartiendo con ella este acto, y enseguida le pide a Lorenzo Rodríguez que lea un extracto del poemario que le gusta mucho, y que de paso le permite volver a rearmar su resquebrajada voz, lo que sin embargo, no le impide llenar el espacio con sus palabras; palabras teñidas por una pasión por los libros y la literatura dignas de alabanza. Volviendo a Elías, ella también se interroga acerca de por qué publica este libro veinte años después, recordándonos de una forma sabia, que el objetivo debe ser escribir algo que veinte años después siga siendo hermoso. Y nos recuerda que su amigo Felipe Sérvulo lo ha definido como: la lluvia amarilla en verso.
Quiso hacer una referencia especial a su marido, porque sin él este libro no existiría en una doble vertiente, en la del sentimiento y en la editorial. Sus palabras subieron en la intensidad de su sentido y de su sentimiento, cuando confesó que este libro lo ha hecho para dedicarle toda mi vertiente poética a él, en lo que sonó como una profunda declaración de amor. Y nos recordó, de nuevo, acertada y cargada de razón, que LO PARTICULAR DEBE IR HACIA LO UNIVERSAL, para hacer referencia a su siguiente poemario, Lejos de Valparaíso, que representa el deseo de un hijo que no nace. Ese hijo que no nace es la metáfora de las cosas que queremos y no se consiguen, nos aclaró. Al pasar a hablarnos de La muchacha de los ojos tristes, nos dijo que era su libro más triste, y que contiene el mensaje de que leer y escribir son una terapia. En ese momento, ella se puso el reto de leer un libro al día para superar la tristeza. Después nos comentó que hacía cuatro años, en Vilapoética, conoció a Lorenzo Rodríguez, quien le dijo que le presentaría algún día en Madrid y que hoy (por el sábado) precisamente lo estaban haciendo (en una nueva percepción de que los sueños a veces se hacen realidad, y no solo eso, sino que se pueden tocar). Para continuar confesando que, a veces, la vida te acaba regalando las cosas que deseas. En esa circunstancia de cambio personal ese libro poemario vio la luz en inglés, lo que la llevó aa Nueva York. Allí leyó el libro de Ian Gibson sobre Lorca, a quien por ejemplo, su padre le echaba en cara que sus poemas no le daban dinero. Lorca quiso ser músico y acabó estudiando Derecho, nos recordó. Para ella, Nueva York fue la ciudad del cambio. Brooklyn Bridge es su poemario más lorquiano, y el que más le gusta, además de ser el más musical. Para la poeta, la poesía debe ser muy musical, aunque los poetas contemporáneos somos de rima libre, nos dijo, pero yo creo que la musicalidad debe existir. Llegados a este punto, Lorenzo Rodríguez nos lee un poema de este poemario, Oda a Federico García Lorca. A partir de ahí hay un cambio, y nace una nueva voz poética dentro de mí, nos confesó.
Solo fue un post nace cuando en el Grado de Lengua que estudia, le propusieron estudiar a María Mercé Marçal, y encontró el verso que le dijo: qué es el amor, qué había hecho de mí el amor. El resto de sus poemas los ha ido publicando en su blog que, para ella, funciona como una copia de seguridad, y nos relató la anécdota que uno de esos poemas estaba compuesto para que Luis Eduardo Aute lo cantara, aunque todavía no lo ha hecho. Antes de terminar quiso hacer refeerncia a sus poemas de la Generación Subway y de Barcelona, de los que nos leyó uno. Cuando terminó de recitarlo, el eco de su voz todavía seguía pegado a nuestros corazones, quizá, porque desde la libertad y ese sentimiento universal que es el amor, auténtico motor del mundo, es más fácil conquistar el verdadero sentimiento de las personas.
Ángel Silvelo Gabriel.