Crónicas afganas: Los afganos también leen a Neruda

Por Antoniopampliega

Desde Kabul

En una esquina donde confluyen la popular Calle del Pollo y la Calle de la Flor existe un lugar que rezuma cultura y arte por los cuatro costados. Es un lugar mágico dentro de un bosque encantado. El visitante, al entrar, queda impregnado por el olor que desprenden las páginas de miles de libros que aguardan, expectantes, el momento en el que alguien decida leerlos con fervorosa pasión. La librería Behzad es un punto de encuentro de turistas y afganos que tienen en común su pasión por la lectura y el amor por los libros.

En el interior, los libros reposan unos contra otros. Mientras los clientes pasan las yemas de sus dedos por los lomos buscando un ejemplar en concreto. Las paredes están decoradas con algunas fotografías que hablan de la historia del país; destaca por encima de todas la del célebre retrato que Steve McCurry realizó para la portada de National Geografic en 1984 y donde se pueden ver los intensos ojos verdes de Sharbat Gula, una niña afgana cuyo retrato forma parte de la historia de la fotografía. A su lado posters con el mapa de Afganistán o cuadros de motivos afganos como un jinete jugando al boskashi- deporte nacional afgano. Sobre la mesa de la entrada reposa un ejemplar de Los Talibán, escrito por el periodista paquistaní Ahmed Rashid en 2000.

La mayoría de los afganos nunca han experimentado la sensación de tener un libro entre las manos. De deslizar las hojas y apreciar ese peculiar olor que desprenden los libros nuevos pero sobre todo los viejos. Muchos de ellos no saben ni tan siquiera escribir su nombre… Esta humilde librería fue fundada veinticinco años atrás por Asil Behzad, un ferviente amante de los libros y de la cultura en general, que estuvo a punto de perder la vida por culpa de esa misma pasión. Durante los aciagos años en que los talibán estuvieron en el poder declararon una guerra sin cuartel a todo lo que consideraban en contra de los preceptos del Islam y los libros con ilustraciones no escaparon a su furia extremista. Tuvo que huir a Pakistán con su familia para salvar la vida… Los talibán se tomaron su revancha destrozando su librería.

Pero esos días aciagos ya son cosa del pasado. Hoy la librería Behzad es de obligado paso para todos aquellos amantes de un buen libro. Y es que no ha mejor sensación que poder sumergirte en una trepidante historia mientras degustas una shisha y un té verde en alguno de los restaurantes de Chicken Street. Pero esta librería tiene una peculiaridad que la hace diferente del resto. Asil cuenta con la inestimable ayuda de su hijo menor, Poia, que cuando no está en la universidad de Kabul perfeccionando su castellano se rodea de libros. Su gran pasión. El muchacho viene, presto, con dos pequeñas sorpresas que esconde su librería. Un libro de Federico García Lorca y las famosos “20 poemas de amor y una canción desesperada” del chileno Pablo Neruda escritos en dari.

Poia, a pesar de su juventud, posé un don poco común en Afganistán. El de la palabra. “Matar la cultura es lo mismo que matar a los habitantes de un país”, afirma mientras atienda a un cliente británico. Su sueño es poder terminar susestudios de filología hispánica y conseguir una beca para estudiar en Madrid. “Espero llegar a ser diplomático y poder servir a mi país y a mi gente. Son ellos a los que debo lealtad y por los que espero poder trabajar en un futuro y ayudarles a que las cosas mejoren”, afirma este joven de 21 años.

Su ambición no conoce límites. Esa es la herencia que le ha legado su padre que mira con nostalgia su librería recordando un pasado demasiado cruel… La librería Behzad es engullida por la sombras de la noche. En su interior una pequeñas lucen tintinean mientras nuevos clientes entran en busca de libros que les transporten a lugares inimaginables.