Las
personas con niveles de glucosa por encima de lo normal (entre 140 y 199 mg/dl
), tienen un riesgo mayor de desarrollar diabetes. Es precisamente en ellos en
los que se han realizado los principales estudios controlados para prevenir o
retrasar el comienzo de la diabetes tipo 2. Un estudio finlandés sugirio a 522
individuos obesos con intolerancia hidrocarbonada recibir un tratamiento estándar
de dieta y ejercicio, con información individualizada
sobre la dieta para lograr la pérdida de peso y apoyo para la realización de
actividad física y se comparó con un grupo control. Tras un seguimiento medio
de 3,2 años, hubo una reducción del 43% en la incidencia de diabetes con
respecto al grupo control. En el Diabetes Prevention Program participaron 3.234
individuos (con una edad media de 51 años) con intolerancia hidrocarbonada. Tras
un seguimiento medio de 2,8 años, se observó una reducción del 58% en el riesgo
de progresión a diabetes en el grupo con cambios en el estilo de vida (que
recibió consejos intensos sobre dieta y ejercicio). La conclusión sobre las recomendaciones
dietéticas para el diabético es que “no existe una única dieta para la
diabetes”. La dieta debe ser individualizada y debe estar basada en los
objetivos terapéuticos, que tienen que ser evaluados de forma periódica y también
personalizada. Es imprescindible adaptar cualquier recomendación dietética al
estilo de vida y a los hábitos nutricionales del paciente.