La cirrosis es una de las enfermedades más graves que se pueden sufrir en el hígado. Paradójicamente presenta muchas dificultades a la hora de ser diagnosticada porque en muchos pacientes permanece asintomática a lo largo de incluso años.
En más de una ocasión se sabe que una persona sufre de cirrosis porque lo pone de manifiesto los resultados de una analítica, aunque el enfermo en ningún momento haya notado ningún trastorno en su hígado. Esta enfermedad acostumbra a diagnosticarse más entre hombres que entre mujeres y sobretodo entre los 40 y 60 años, aunque puede darse en cualquier edad.
Algunos de los signos que pueden indicar la existencia de una cirrosis en el organismo de un paciente son la ictericia y la hinchazón abdominal provocada por la acumulación de líquidos en la zona del abdomen. También es muy frecuente que se de un proceso de aumento de mamas en los hombres y que la menstruación de las mujeres llegue incluso a desaparecer.
Otras alteraciones del organismo provocadas por una cirrosis hepática implican los cambios en la distribución del vello, la aparición de arañas vasculares en la piel y el enrojecimiento de las palmas de las manos en muchos casos.
Una de las consecuencias más graves de la cirrosis se denomina ‘síndrome constitucional’ y aparece cuando esta enfermedad se agrava. Se denomina de esta manera porque afecta al paciente de forma global al paciente provocándole, entre otros muchos síntomas, náuseas, vómitos, debilidad y pérdida de peso.