Cuando el whisky cambia su esencia…

Por F.guiral - S.pérez

Sara Pérez Jerónimo

Periodista

Pensar en el uso que se dará de una bebida de cualquier tipo deja poco lugar a la imaginación. Es más, a simple vista, es difícil pensar como una bebida alcohólica como el whisky, puede tener alguna otra función más allá de la entornar el cuerpo y la garganta.

Por todos es conocida la fama de Escocia, tierra de fabricación y destilación del whisky por excelencia, y lugar donde se produce el scotch, el tipo de whisky más célebre y reconocido del mundo. Cómo no podía ser de otro modo, es allí donde se ha descubierto un importante hallazgo, en el que se ha aprovechado de forma inigualable este sector, uno de los de mayor desarrollo en la industria escocesa. ¿Su objetivo? Hacer que esta bebida tenga una misión mucho más importante, alejada de su esencia habitual y dejando paso a nuevas posibilidades en el mundo de los biocombustibles destinados a automóviles.

Un equipo de científicos procedentes de la Universidad de Napier, situada en Edimburgo, capital escocesa, revelaba la creación de un nuevo biocombustible obtenido gracias a la refinación de los desechos procedentes de la fabricación del whisky: el biobutanol.

El proyecto, que ha sido financiado por la Scottish Enterprise, un organismo de apoyo a la empresa y ligado al gobierno, está comenzando a trazar su propio camino. Los investigadores ya han solicitado su respectiva patente para crear una compañía que comercializará este nuevo producto.

Este nuevo hallazgo aporta una selecta variedad de ventajas que no se obtiene del uso de otros biocombustibles como el bioetanol. El biobutanol es capaz de generar un 30% más de potencia que otros y evita complicaciones molestas como la de modificar el motor del automóvil para poder usarlo en lugar de la gasolina tradicional, ya que es totalmente compatible.

Por otra parte, el biobutanol tiene otras muchas utilidades, entre la que destaca su utilización para fabricar otros compuestos bioquímicos de carácter ecológico, como la acetona. Y es que el nuevo biocombustible es una buena alternativa para cuidar un poco más el medio ambiente

De este modo, y a diferencia del etanol, que se obtiene de la caña de azúcar o el almidón procedente del cultivo de maíz, este biocombustible no necesita de ningún tipo de cultivo para su fabricación, eliminando la dependencia de este tipo de recursos, ya que es capaz de aprovecha el material de desecho procedente de la fabricación de whisky.

Una idea rescatada del pasado

El equipo de científicos ha sido claro. El origen del hallazgo no partió de la nada. ¿Su inspiración? Nada más y nada menos que los estudios de un químico de origen judío de hace más de un siglo.

Chaim Weizmann, primer presidente de la historia de Israel, dedicó parte de su vida a la ciencia. Químico de profesión, alcanzó la fama por sus célebres investigaciones, convirtiéndose en el primero en usar la fermentación bacteriana en la producción de distintas sustancias químicas como la acetona.

Ahora, gracias a las investigaciones del grupo de científicos escoceses, todo ha tomado forma. Un nuevo descubrimiento cuya base fue establecida 100 años atrás, y que es probable que muy pronto se convierta en algo fundamental.