Las vegetaciones (o adenoides, en lenguaje médico) son unos ganglios que se encuentran en la parte superior de la faringe y que pueden llegar a inflamarse tanto que taponen el paso de aire desde la nariz a la laringe, lo que hace que la persona pase a respirar por la boca. Y la respiración oral implica la posibilidad de sufrir una serie de complicaciones, como bronquitis o infecciones del oído.
Cuando aparecen estos problemas añadidos los médicos recomiendan la extirpación quirúrgica de las vegetaciones. Esto ocurre especialmente en niños, porque en la adolescencia encogen y en los adultos es muy raro que se necesite. Aunque funcionen como parte del sistema inmunológico el hecho de que se opere de vegetaciones o amígdalas a un niño no implica que pierda su resistencia, porque otros tejidos linfáticos del organismo suplen su función.
Los síntomas que indican la necesidad de extraer las amígdalas a un niño son la respiración por la boca, el hablar como si se tuviera la nariz obstruida, el respirar de manera ruidosa, roncar, catarros nasales con mucha secreción de mucosidad, infecciones crónicas de oído y de garganta y tos nocturna. La mayoría de los niños a los que se opera superan sus problemas para respirar por la nariz y desarrollan muchas menos infecciones de oído y garganta.
Los posibles riesgos que ofrece una operación de vegetaciones son los mismos de cualquier intervención que se hace bajo anestesia general: reacciones a la medicación, problemas respiratorios, hemorragias e infecciones.