Cuando el material de juego es abierto nos permite trascenderlo y darle la forma que nos vaya mejor según nuestras necesidades. Es algo natural que hacen los niños, ¿has observado lo poderoso que es? Este mes Casiana Mónczar de Joguines Grapat nos habla de ello.
Seguramente os ha pasado más de una vez, y más aún en estas fechas, que cuando un niño abre una caja de regalo, retira el juguete que viene dentro y al cabo de un rato está jugando con la caja más que con el juguete.
Nins ® vecinos hablando de la lluvia.
Cuando las formas del objeto son demasiado definidas, incluso sus colores, el niño debe tolerar y adaptarse a lo que el material concreto sugiere en lugar de ser al revés.
En este caso el juguete solo tiene una utilidad o algunas pocas, y generalmente la actividad a la que se presta viene dada desde fuera.
Cuando el perro tiene forma de perro y nada más, el impulso interno del niño se ve mermado para dejar paso a unas pocas formas de utilizarlo. Y cuando miro con ojos de niño llego incluso a sentirme subestimada.
En cambio, si el objeto tiene formas primitivas, inacabadas, podrá transformarse para estar al servicio del juego.
Una pila de libros viejos, todos del mismo tamaño, que encontramos en un contenedor han sido durante años el material estrella en casa, construcciones horizontales, verticales, casas de muñecas, camas, carreteras, barras de equilibrios, prensas de hojas secas, obstáculos en carreras de animales…
Así, entiendo el material rico, como aquel que puede ser transformado.
Cuando el niño necesita un caballo encontrará un caballo allí donde un palo se lo permita.
© Joguines Grapat
Vaciar el objeto de contenido
Cuando un niño juega con una mesa, la vacía de significado.
La mesa pierde su contenido y su estructura de objeto cotidiano para imponerse con fuerza al niño, quien trasciende esos significados hasta transformarla en la cueva o refugio o en la cima de una montaña.
Le encontrará incontables utilidades, formas y usos, y la combinará y relacionará con otros objetos hasta llegar a darle ese contenido que lo ayuda a poder nutrir la experiencia de su momento lúdico.
Cuando al iniciar nuestro proyecto desarrollábamos nuestras casitas, pensamos pintarles puertas y ventanas, sin embargo pensamos que añadir estos dos elementos reducían las casitas a solo casitas.
Con el tiempo hemos podido comprobar que sus formas simples podían transformarse en tren, en pista de canicas…
© Joguines Grapat
¿Qué otros materiales podemos tener disponibles?
En casa siempre hay unos básicos que no pueden faltar, aquellos elementos complementarios que pueden ayudar a que la espada-palo aún coja mas forma de verdadera espada.
Procuro ofrecer varios elementos variados, piezas sueltas diversas, pero las que para nosotros son imprescindibles son, la cinta adhesiva de varios tipos: la normal de papelería en varios colores y transparente, cinta de pintor, cinta americana, de embalar en papel kraft… Cuerdas y lanas, papel reciclado y cartón.
Pero el básico que nos ha abierto un sin fin de posibilidades son los palos. Tenemos incluso varias sub-clasificaciones; largos, cortos, ramas de encina, “palos de mar” que son aquellos que trae el viento y te los encuentras gastados y pulidos por la sal en la orilla del mar…
Los palos se merecen un post en sí mismo…
© Joguines Grapat
¿Has presenciado como tus hijos/as transforman los objetos?
Me gustaría invitarte a compartir alguna imagen que refleje esa transformación de un objeto cotidiano, yo por mi parte no dejo de sorprenderme con aquellas utilidades que encuentran los niños en los objetos más diversos.
Si te apetece compartirla con los lectores de De mi casa al mundo para enriquecimiento de todos, puedes enviarla por mail a Aguamarina y ella las irá añadiendo a este post en forma de galería hasta el 20 de febrero de 2017. ¡Gracias!
-¿Sabes remar? – preguntó la Oveja alargándole un par de agujas de tejer.
-Sí, un poco…, pero no en tierra… ni con agujas – había empezado a decir Alicia cuando de pronto las agujas se transformaron en remos en sus manos, y ella y la Oveja se encontraron en un botecito, deslizándose entre las dos orillas. (Lewis Carroll, A través del espejo)