¿Cuando terminar con una relación? Es una pregunta que mucha gente se hace y que visto desde fuera parece fácil de contestar pero cuando te encuentras en esa tesitura puede volverse un auténtico enigma.
Cuando conocemos a una persona y comenzamos una relación, nos vamos dando cuenta de que no todo nos gusta de esa persona hay cosas que no nos gustan o con las que discrepamos, así como vamos aprendiendo a convivir con ellas. Pero que asumamos que no todo nos gusta no quiere decir que tengamos que aguantar de todo.
Una relación se basa en un intercambio de refuerzos positivos, lo que implica a los dos miembros de la pareja. Cuando los refuerzos solo provienen de uno de los miembros deja de existir un intercambio, ya no es un refuerzo bidireccional y pasa a ser unidireccional. Esto produce malestar en el miembro que no recibe ningún tipo de refuerzo y muchas veces le lleva a aumentar la frecuencia e intensidad de los refuerzos positivos en un intento de lograr que su pareja le corresponda. A largo plazo y si la situación no cambia, esto produce tristeza y disminución de autoestima en el miembro que no recibe refuerzo. Llegados a este punto, ¿qué debemos hacer?
La comunicación es básica, en mi opinión, lo primero que se debe hacer es hablar con el otro miembro y contarle como te sientes y lo que te gustaría que hiciera o dejara de hacer. También es bueno preguntar como se siente, si está conforme y si hay algún motivo para su actitud, en definitiva empatizar, intentar comprenderle. Como he dicho la comunicación es básica, pero no podemos pasarnos la vida repitiendo lo mismo mil veces y sin lograr ningún cambio. Así que cuando las palabras no funcionan pasamos a la acción.
Y este es el momento en que debemos decidir si seguir o no. Como se suele decir: “cada persona es un mundo”. Hay gente con más paciencia, más pasiva, dependiente o miedosa, también hay personas muy decididas y que no dudan etc. Por lo que el tiempo que pasa desde que piensas en terminar la relación hasta que pasas a la acción es variable, depende de cada persona, pero lo importante es que ese momento llegue.
Una pareja debe ser una fuente de felicidad, apoyo y placer, no un sufrimiento continuo ni un mar de dudas. Muchas veces nos da miedo “soltar” lo que tenemos porque no sabemos con que llenar ese vacío que se queda, pero debemos tener en cuenta que es mejor tolerar ese vacío que tarde o temprano se acabará llenando, que seguir conviviendo con la tristeza y el sufrimiento.
Si alguien te hace sentir mal o no te corresponde como es debido, ese alguien no es lo que te mereces. Una persona que un día te quiere, otro te odia, otro le eres indiferente… por mucho que intentes comprenderlo no hay justificación para ese comportamiento, esa persona no te podrá dar la estabilidad que conlleva el termino “pareja”. Lo único que conseguirá será hacerte sentir indefensión ya que llegará un punto en el que no sepas como actuar, ya que cada día se comporta de un modo distinto.
Todos sabemos lo damos y aportamos en una relación, pero muchas veces nos implicamos tanto en ella, en dar lo mejor de nosotros, en agradar a la otra persona, que se nos olvida lo que valemos y lo que merecemos. Y si alguien no es capaz de ver lo que valemos, todo lo que damos y correspondernos como tal, entonces ese alguien simplemente no es la persona que merecemos.