¿Cuánta planificación necesita tu vida?

Por Valedeoro @valedeoro

Written by valedeoro  //  17/11/2012  //  productividad  //  No comments

¿Cuántas listas de tareas tienes? ¿Cuántas veces las revisas, las actualizas, las reescribes y las ajustas? Hacer planes es una actividad muy relajante, y se puede convertir en un calmante cuando tu subconsciente tiene miedo de que el status quo cambie.

Planificación por procrastinación

La procrastinación consiste en hacer tareas alternativas para evitar el trabajo que deberías estar haciendo en ese momento. Empiezas a fregar los platos, aunque en realidad deberías estar escribiendo tu tesis del master. Te pasas horas actualizando tu página en facebook, mientras el presupuesto para un cliente potencial se queda aparcado. Y cuándo ya no tienes excusa para ponerte a trabajar, siempre queda la opción de planificar lo que tendrás que hacer. Nace otra lista de tareas o otro plan de acción detallado, que quizás sí o quizás no se realizará.

Eso no quiere decir que las listas de tareas no tengan su mérito o que una planificación detallada no pueda aportar su grano de arena a las ideas y planes todavía por realizar. La problemática reside en la tentación de planificar cada vez mejor y con más detalle, para llegar a la perfección teórica. Entre tanta planificación, la acción se puede quedar corta.

Hazlo, aunque sea poco a poco

La acción diaria (si, también repetitiva) es más importante que cualquier planificación. Lo importante no es hacerlo todo hoy, ni siquiera tener claro todo lo que tendrás que hacer, pero sí hacer algo cada día. Si quieres aprender a tocar un instrumento, lo importante es practicar un poco cada día. Si decides crear tu propia empresa no es suficiente hacer un plan de negocios, sino empezar poco a poco a poner tus ideas en práctica. No siempre será fácil saber cuál es el próximo paso, pero no dejes que la planificación tome el lugar de las acciones repetitivas con sentido.

Yo estoy desmantelando toda una casa en este momento para probar algo nuevo. Habitación por habitación voy revisando todo lo que tengo para quedarme tan solo con lo que es estrictamente necesario. Parece una tarea muy pesada, así que lo encaro poco a poco. Primero revisé la estantería en la sala con los libros, algunos juegos de mesa y la ropa de cama. Después las cosas debajo de la cama, seguido por el armario. Al dividir la casa en pequeñas unidades, la revisión es más fácil y menos traumática. Pero lo importante no es la división en unidades, sino la acción de revisar con detenimiento las diferentes partes de la casa.