Cuento para los que esperan

Por Karlos Karlos Betancurt @Ayuda_Psic

Por Psic. Sandra Bermejo * Ayuda Psicológica en Línea - Psicólogos por Internet

Deja que te cuente un cuento…


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Siempre llevaba sombrero. Leía a Bukowski y escuchaba Marea. Vivía esperando, pero como aquellos que no saben qué esperan. Se perdía en los bares buscando respuestas, perseguía atardeceres y solo dormía bien cuando había luna llena.


Parecía un día cualquiera, de hecho, todo apuntaba a que sería uno de esos que cuando acaban tachas en el calendario y entierras en tu memoria. Odiaba esos días, casi tanto, como no saber qué decir.

Cuando se despertó la luz ya entraba en la habitación, filtrándose por las lamas de la persiana que nunca bajaba del todo. Le gustaba amanecer con el día, saltar de la cama y hacer girar en su tocadiscos cualquier vinilo de Dylan, tan alto como se lo permitiesen sus vecinos. Solía bailar mientras se repetía que la vida era maravillosa, pero, en realidad, nunca terminaba de creérselo, porque no podía parar de pensar en que tenía que haber algo más, que la vida no podía ser solo eso. Algo se le estaba escapando pero no sabía qué. Había algo que todavía no le habían enseñado, algo que tenía que aprender… Y lo peor de todo, es que estaba convencida de que la clave de la felicidad se encontraba precisamente ahí.

Por eso, todas las noches salía al jardín y miraba las estrellas mientras mil preguntas rondaban por su cabeza. A menudo pensaba que se había equivocado de mundo, que había habido un error, que en realidad se encontraba a cientos de millones de kilómetros de su hogar y que por eso se sentía tan fuera de lugar.


Esa noche, cuando volvió a casa después de pasar la tarde con su amiga Sofía, salió a la oscura intemperie y maldijo interiormente a las musas por haberle abandonado. No había conseguido escribir ni una sola página nueva para su libro en todo el día. Además, había discutido con Álvaro, otra vez, por los mismos motivos de siempre: él quería una vida con ella, y ella quería el mundo. Cosas que para muchos no son incompatibles, pero que para ellos sí que lo eran.

Se tumbó boca arriba en el césped y miró al cielo implorando a algún dios que le mandase una señal. Quería volar su vida por los aires y marcharse lejos, a cualquier otra parte. Creía que esa era la solución para todos sus problemas.


Se le estaban empezando a cerrar los ojos cuando, de pronto, escuchó una voz al otro lado del jardín. Se levantó y se dirigió hacia allí atraída por la familiaridad de lo que estaba oyendo. Estaba muy oscuro y no veía nada, pero ahora que estaba más cerca, le resultaba inconfundible, estaban tarareando su canción favorita y era… era… ¡su propia voz!

“No puede ser”, pensó, pero le pudo la curiosidad más que el miedo y sin pensárselo dos veces preguntó: -¿Quién eres? -y tras unos segundos que parecieron eternos, la voz respondió: -Por fin. Llevo 25 años esperando a que me lo preguntes. -Perdona, pero no te entiendo… -respondió ella. Y antes de que pudiese acabar la frase la voz le interrumpió diciéndole: -No, claro. Claro que no me entiendes, no entiendes nada. No sabes quién eres, ni qué quieres. Te has pasado la vida entera buscando, creyendo que lo mejor está por venir, que tiene que haber algo más, que este mundo no es para ti. Quieres volar tu vida por los aires y romper con todo. ¿De verdad crees que es la solución? ¿Huir a otro país? Adelante, ¿Y luego qué? -hizo una pausa y se produjo un silencio que cortaba el aire- ¿De verdad no lo ves? -prosiguió- Podrías cambiarte de planeta y probablemente seguirías sintiéndote de la misma manera. Parece más bien una cuestión de actitud. Supongo que la magia que buscas existe, pero, quizás, haya que crearla. Puedes hacerlo o puedes esperar sentada a que pase. Pero es muy difícil mirar al hoy, si solo tienes ojos para mañana. Y probablemente, eso sea parte de lo que te pasa. Vives esperando, convencida de que vivir es esperar, pero ni siquiera te has planteado que, igual, la vida es lo que haces mientras esperas.



Su propia voz seguía hablándole. Todo era tan surrealista que no podía parar de pensar en que a Dalí le hubiese encantado plasmar ese momento. La voz continuó enumerando las definiciones de esperar: -Esperar -dijo- “tener esperanza de conseguir lo que se desea”, “creer que ha de suceder algo especialmente favorable”, “desear que algo ocurra”, “permanecer en un sitio donde se cree que ha de ir alguien o en donde se presume que ha de ocurrir algo”, “no comenzar a actuar hasta que suceda algo”. Dime –le dijo su propia voz- ¿A qué estás esperando? ¿A qué se te pase la vida? Puede ser que necesitas un cambio, pero creo que no es un cambio de mundo, ni de planeta, tal vez se trate solo de un cambio de actitud. Igual si pruebas a centrarte en el presente, y disfrutar del momento, intentando no pensar tanto y viviendo más, a lo mejor todas tus preguntas empiezan a responderse solas. Y si alguna vez sientes la necesidad de buscar, en vez de buscar fuera, prueba a buscar dentro de ti, puede que todo lo que necesites esté ahí.


Dicho esto, la voz se esfumó, y ella se quedó sola bajo un cielo al que miraba con unos ojos que jamás habían visto tantas estrellas.

Psic. Sandra Bermejo

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