¡Cuidado con los “pomodoros”!

Por Elgachupas

Uno de los grandes males productivos de nuestra era es la procrastinación. Inmersos en la sociedad de la información, rodeados de estímulos y distracciones por todas partes –y no me refiero solo a Internet–, mantener la concentración en lo verdaderamente importante resulta muy difícil. En estas circunstancias, técnicas como la técnica Pomodoro han ayudado a muchas personas a salir del hoyo productivo.

La técnica Pomodoro básicamente consiste en trabajar durante 25 minutos seguidos en una tarea determinada, desconectando todas las distracciones, para luego hacer una pausa obligatoria, antes de seguir con otra o con la misma tarea. Reconozco que esta técnica puede ser muy efectiva como tratamiento de choque contra la procrastinación severa. El problema viene cuando asumimos esta forma de trabajo como algo permanente.

En 1990 el doctor Mihály Csíkszentmihályi, psicólogo positivo de la Universidad de Claremont, California, describía un concepto que él denominó “flow” –flujo. Según su teoría –que por cierto, también hace suya el mismo David Allen–, la gente es más feliz cuando está en un estado de “fluir”, concentración o absorción completa en la actividad o situación en la que se encuentran. Algo que todos hemos experimentado alguna vez.

En el estado de flujo, el tiempo “pasa volando”, sentimos que somos más creativos, que sacamos más trabajo adelante, que somos capaces de resolver los problemas más complejos, podemos trabajar durante horas sin sentir cansancio o aburrimiento. En otras palabras, es un estado concentración y de productividad óptimos.

Por otra parte, diferentes estudios han demostrado que, una vez iniciada una tarea, nos cuesta alrededor de 20 minutos alcanzar el punto de máxima concentración. De lo que se deduce que entrar en el estado de flujo requiere, al menos, 20 minutos de trabajo constante.

Es precisamente por este motivo por el que muchos autores de productividad insisten en que debemos evitar las interrupciones a toda costa. Desviar la atención de una tarea por más de 30 segundos o un minuto tiene un coste tremendo en términos de concentración, y nos aleja irremediablemente de la posibilidad de entrar en el estado de flujo.

¿Y qué es lo que propone la técnica Pomodoro? Interrumpir nuestro trabajo precisamente cuando estamos a punto, o acabamos de entrar en el estado de flujo, ese estado en el que todo es posible y somos capaces de sacar lo mejor de nosotros mismos. O sea, una completa aberración productiva.

No digo que haya que desterrar la técnica Pomodoro de los libros de productividad. Como dije anteriormente, esta técnica resulta extremadamente útil para romper el mal hábito de la procrastinación. Pero tenemos que tener mucho cuidado de cómo, cuándo y para qué la utilizamos.

Una vez alcanzada la “madurez” productiva soy más partidario de trabajar en bloques de tiempo largos, de alrededor de 1 hora u hora y media, precisamente para darnos la oportunidad de trabajar en el estado de flujo el mayor tiempo posible.

Y tú, ¿utilizas la técnica Pomodoro de manera habitual? ¿Crees que te ayuda a avanzar en tus proyectos importantes? Comparte tu experiencia con nosotros en un comentario.

Artículo original escrito por Jero Sánchez. Sígueme en Twitter.

Foto por linda (via Flickr)