Nuestra vida emocional precisa de luz, la energía que obtenemos de nuestra relación con el mundo. También de la tierra y el barro que como humanos generamos con nuestros errores e incongruencias. Por ultimo hace falta un poco del agua de la consciencia que facilita que las emociones negativas terminen cayendo como hoja seca y las positivas florezcan y se expandan.
Los maestros sufíes sabían que todos tenemos un jardín interior lleno de rosas. Descubrirlo es el primer paso para cuidarlo.