Cultura Wari o Huari

Por Enrique @asurza

A fines del Intermedio Temprano, los centros urbanos de la sierra central, particularmente de la zona de Ayacucho, mantenían relaciones con otros desarrollos como las culturas Nazca y Tiahuanaco. Pero es en el Horizonte Medio que aparece la denominada tradición Conchopata, que se considera el origen de la cultura Wari ó Huari. Recién entre el año 500 y el 900 d.C. dicha cultura logra su máximo apogeo, el cual se asocia al desarrollo y a la expansión desde su capital, que lleva el mismo nombre.

EXPANSIÓN

Poco después de su inicio, los Huari llegaron a expandirse por el sur hasta Acarí, por la costa norte hasta el valle del Santa y por la sierra hasta el callejón de Huaylas. Con la consolidación del imperio, logró extenderse desde Sicuani y la región Arequipa hasta Cajamarca por la sierra y desde Ocoña y Sihuas hasta Lambayeque por la costa.
Las evidencias reflejan una gran expansión de la cultura Huari, pero ademas, muestran que no solo se trató de una conquista militar sino más bien de un proceso de asimilación de estos pueblos a la administración de los Huari y a otros patrones de su cultura, especialmente la religión y el urbanismo.

MEDIO AMBIENTE

La región donde se originó la cultura Huari es una zona árida, en la cual el desarrollo de la agricultura es bastante difícil debido a lo agreste del territorio y la escasez de agua. Por ello los Huari se vieron obligados a realizar trabajos para canalizar el agua y también crear andenes con el objetivo de ampliar las zonas cultivables. Los pastizales de las zonas altas permitieron el desarrollo de la ganadería de camélidos.

ORGANIZACIÓN

Los Huari crearon instituciones administrativas, ademas de guardar una estructura jerárquica en los centros que fundaron. Contaron con almacenes, talleres artesanales y centros habitacionales.
Todo ello dentro de una organización basada en la reciprocidad con las poblaciones que asimilaron. Por eso el estado Huari organizaba fiestas y agasajos que más tarde le permitían obtener las prestaciones de trabajo. Asimismo en tan complejo imperio, fue necesario crear un método para la contabilidad y control. Los hallazgos arqueológicos han demostrado que los Huari ya utilizaban un tipo de quipu y que desarrollaron una red de caminos que conectaban la capital con los centros regionales.

RELIGIÓN

La religión Huari fue el resultado del sincretismo de divinidades locales, especialmente de Ayacucho, Nazca y Pachacamac. Lograron expandir el culto al Dios de las Varas (una variante local, distinta de la versión Tiahuanaco). De acuerdo con las investigaciones, la difusión del culto Huari sirvió como elemento de expansión territorial y cultural.

URBANISMO

Esta cultura introdujo nociones y patrones novedosos en la formación de las ciudades en los Andes. La concepción centralista permitía controlar a la población y el cumplimiento de sus actividades. Los centros estaban organizados en función de un eje norte-sur y eran construidos cerca de caminos principales que formaban toda una red vial. Sin embargo, solo la elite residía en las ciudades; la gente común acudía únicamente para cumplir con sus tareas o participar en las ceremonias religiosas y vivían en las zonas rurales aledañas. Entre los principales centros Huari encontramos, cerca de Cuzco, la capital provincial Piquillacta, que tuvo murallas de hasta 12 metros de altura y que ocupó un área de casi dos kilómetros cuadrados. Casos similares encontramos en Moquegua, Cerro Baúl y en las serranías de Lima y en el callejón de Huaylas, donde están Huaricoto y Huilcahuaín, respectivamente.

Piquillacta

LA CIUDAD DE HUARI

La capital de Huari estuvo ubicada al noreste de Ayacucho. El área urbana ocupaba entre 1000 y 1500 hectáreas. En el área central se ubicaban grandes terrazas y recintos amurallados con edificios interiores. A pesar de tener capacidad para entre 35 y 70 mil personas, solo tuvo una población de entre 10 y 21 mil habitantes. Se dividió en barrios: Checohuasi, Moraduchayoc, Capillayoc y Ushpa Coto.

CERÁMICA

Según las evidencias, la cerámica Huari estuvo marcada por diferentes influencias. Los investigadores, en función de la época y el lugar en que se desarrolló y las características que presenta, han dividido la cerámica Huari en diversas fases o estilos, entre los que destacan Chaquipampa, Conchopata y Robles Moqo. Los Huari fabricaron cerámica fina que estuvo orientada al uso de la élite, además de servir para la difusión de las ideas religiosas. También hicieron otra de uso domestico.

TEXTILERÍA

El arte textil Huari alcanzó un alto grado de desarrollo. Elaboraron tejidos teniendo como materia prima el algodón, la lana de alpaca y de vicuña. Los tejidos que fabricaron sirvieron tanto para la indumentaria como para los rituales funerarios. Su especialidad fueron los tapices, en los que representaron a seres míticos de su religión, así como motivos con serpientes, felinos y aves. Los tejidos se caracterizaron por un gran despliegue cromático. Predominaron el rojo, azul brillante, amarillo, dorado y el blanco. Además de los tapices, elaboraron fajas, bolsos, los uncos o camisones sin mangas. Las evidencias de la textilería Huari han sido halladas en diversos lugares del territorio peruano.