Aunque solos son un postre sublime, quería algo más. Quería que fueran los protagonistas de unos esponjosos cupcakes de chocolate.
¿A que tienen buena pinta?
Pues están aún más ricos. La masa de los cupcakes queda súper esponjosa, por el buttermilk. Pero lo mejor, para mí, siguen siendo los profiteroles.
- 55g de margarina a temperatura ambiente
- 110g de light brown sugar
- 1 huevo grande
- 1/2 cucharadita de extracto de vainilla
- 105g de harina
- 1 cucharadita de levadura química en polvo
- 30g de cacao en polvo sin azúcar
- 1/2 cucharadita de bicarbonato
- 100mL de buttermilk
- 200mL de nata montada azucarada
- Bolitas de colores
- Mientras los profiteroles se enfrían, vamos preparando la masa de nuestros cupcakes. Comenzamos precalentando el horno a 180º C y batiendo a velocidad media la margarina con el light brown sugar hasta que blanquee.
- Añadimos el huevo y seguimos batiendo. A continuación, agregamos el extracto de vainilla.
- Por otro lado, tamizamos juntos la harina, la levadura, el cacao y el bicarbonato. Añadimos esta mezcla a la preparación anterior y batimos a velocidad mínima, lo justo hasta que se incorpore. Por último, vertemos el buttermilk y volvemos a batir a velocidad baja hasta que se incorpore.
- Removemos un poco con una espátula para recoger de las paredes del bol los ingredientes que no se hayan batido bien y rellenamos con esta mezcla 9 cápsulas de papel.
- Horneamos 18-20 minutos a 180º C.
- Cuando se hayan horneado, los sacamos del horno y los dejamos enfriar por completo.
- Una vez fríos, rellenamos una manga pastelera con nata montada y dibujamos con ella un círculo de nata sobre la superficie de la masa. Esto servirá para que los profiteroles no se caigan.
- A continuación, sobre el cupcake colocamos un profiterol, lo cubrimos con el chocolate fundido (receta en el post de los profiteroles) y, antes de que el chocolate se endurezca, lo espolvoreamos con unas bolitas de colores.
¡Ah!, por cierto, así queda el interior: