Hotel: Mama Inn Hostel. Precio: 12 soles. Calidad: media
Hotel: Bar Duck. Precio: 10 soles. Calidad: excelente (Ping pong, mete gol, DVD, gym, computadora)
Colectivo de Copacabana-Cusco: 100 bolivianos. Tiempo aprox: 11 horas
Que ciudad llamativa. Las colinas moran a un costado y al otro de Cusco, la ciudad probablemente mas turística de Perú. Todo gira (o yira) alrededor de la impecable plaza de armas. Hoteles, restaurantes de lujo, locales comerciales, boliches, bares e iglesias conviven en el mismo hábitat.
Caminar sin que un peruano te ofrezca anteojos de sol o ganjah no es esperable (los mismos que te tratan de vender drogas se disfrazan de corderos vendedores de gafas, golosinas e, incluso, recepcionistas de restaurantes).
En el día reina la paz: policías de todo tipo regulan nuestro comportamiento. En la noche es bastante distinto: sin haber disturbios el alcohol copa el ambiente, los boliches (especialmente el famoso Mama África, Mythology e InkaTeam) se llenan de distintos idiomas: holandés, ingles, chileno, argentino, francés, Aleman, peruano, etc.
La ciudad donde fui solo por Machu Picchu me embrujó y quedé ahí por 11 días. Un hostel con un buen ambiente, cocina, DVD, wifi, computadores, playstation y demás chiches es la magia negra que el hostel Bar Duck utilizó en mi.
La altura cusqueña (tal como lleva el nombre la famosa cerveza peruana) no es un limitante y menos aun si uno viene de la alta Bolivia. Caminar hacia el Cristo que descansa en la altura de una de las tantas colinas que embellecen a Cusco fue tan placentero como agotador. Ni mascar coca apaciguó mi furioso mar de respiros. Desde aquella altura uno advierte que Cusco, tanto de día como de noche, invita a enamorarse de estar vivo y de ser viajero.
Incluso las angostas callejuelas están repletas de interesantes personajes. Músicos, artesanos para nombrar los mas puros y peruanas mercenarias que, adornadas con vestimentas típicas y con una alpaca bebe, piden monedas a cambio de fotos. Me cuesta creer que haya gringos que paguen. Para mi, un enamorado de la gente y de su idiosincrasia, es casi un insulto: no podria retratar una belleza que no existe por estar teñida del deseo de dinero.
Cusco tiene esto y aquello. Pero no me creas, vení a disfrutarlo con tus propios ojos y si no podes, no te aflijas, acá estoy yo para compartirte todo lo que pueda así sentís que estamos viajando juntos.