El disco se abre con el corte titulado Ballet mental, un tema puente entre su anterior disco Historias para no romperse y el actual, pero en el que ya podemos percibir ese matiz explorador de nuevas sensaciones musicales más oscuras, donde la voz de Javi Fernández se convierte en un poderoso signo de identidad. Un colectivo de raro propósito es el tema elegido como primer single de Delapso; un tema que desde las primeras notas se comporta como el anuncio del génesis, donde las guitarras y el bajo iniciales, ya nos trasladan a los nuevos territorios musicales que Cyan nos proponen con una firmeza demoledora; Un colectivo de raro propósito es una secuencia sonora repleta de buenas y arrebatadoras sensaciones que tiene muchas papeletas para convertirse en uno de los himnos del grupo. Del puro arrebato de Un colectivo de raro propósito pasamos a Aquitania, un grito existencial demoledor al que Cyan acompañan de una banda sonora que lo llena todo: “de aquí nace la fuerza/ que derrite los castillos de arena/… la marea está subiendo para cubrir los huecos/ que han dejado los pedazos de tus sueños rotos”. Después de escuchar esta letra, parece que no podemos esperar más, pero estamos equivocados, porque sin apenas un lapso de tiempo comienza a sonar Sólo es una herida, que es ese tipo de canciones que entran al fondo del corazón en la primera escucha y que muy bien podría convertirse en un próximo single, porque a nada que uno se deje llevar es “el emblema de su buena suerte”. Una gran canción que nos recuerda a los mejores Coldplay como signo de identidad de la mejor versión de la música hecha desde las entrañas. Philippe Petit es el punto intermedio del disco, que sin embargo no es el punto y aparte de nada, sino un punto y seguido más contenido pero igual de intenso, y en donde una vez más, volvemos a reencontrarnos con esa voz personalísima de Javi Fernández que vuelve a ser la mayor protagonista de la canción: “el crimen artístico del siglo/… /enfrentándose al orden aéreo/ amenazando a lo imposible a mil trescientos pies de altura/ con la elegancia de una bailarina rusa en quinta posición”.
Belva es puro coraje. Una canción plagada de aguerridas guitarras que desembocan en mareas de sueños mayúsculos que acaban en espejos rotos. Esa tenue grieta que se abre en Cyan no se frena con Síndrome de París, un nuevo regalo para los sentidos, pues transita entre la melancolía y la búsqueda de alternativas más allá del sol del Mediterráneo, todo un ensayo de vida que nos devuelve a la necesidad de volver en Enfilando la hoguera que, junto a las dos canciones anteriores, podríamos decir que conforman un conjunto temático de arreglos intensos bajo el prisma de las notas más oscuras de Delapso, y que no por ello, reducen la sensación de una madurez plena que nos llevan a otras épocas musicales donde las propuestas eran netamente más arriesgadas y alternativas. Todo un universo sonoro poderoso y genial en el que caemos rendidos sin necesidad de que nadie nos obligue a ello. El puente suspendido es otra muestra de sonidos envolventes y brillantes que nos hacen viajar hacia lugares profundamente líricos y que son la mejor tarjeta de presentación de otra de las joyas que contiene este Delapso. Frovocador es la típica canción plena de energía y argumentos que, como una tormenta perfecta, nos envuelve en un bucle que en ocasiones nos lleva a Second, pero que sin duda tiene una voz propia que pone la atención en esas falsas percepciones que nos arrollan en nuestra vida diaria convertida en un mapa sobre el que buscamos referencias a partir de las cuales poder construir referencias.
Delapso en sin duda eso, un mapa lleno de interrogantes, denuncias y referencias sobre el que volcar toda una vida, toda una experiencia vital que al menos nos permita decir que mereció la pena intentarlo.
Reseña de Ángel Silvelo Gabriel.