Al contrario de lo que ocurre con los girasoles, que van en busca del sol, la dama de noche aprovecha las horas nocturnas para florecer y embriagar con su aroma. Y su nombre científico, cestrumnocturnum, así nos los indica, pues cestrum proviene del griego kestron, “punto, picadura o buril”, utilizado para designar planas de la familia de la menta; y nocturnum es un epíteto latino para referirse a la noche.
Se trata de un arbusto mediano ramificado, cuyo tamaño varía entre el metro y medio y los cuatro metros, que pertenece a la familia de las solanáceas. Sus hojas son sencillas, lisas, brillantes y de entre seis y veinte centímetros de largo.
Sus flores, las auténticas damas o galanes de noche, son de un tono verde muy pálido o blanco, aunque existe una variedad en amarillo. Son finas y alargadas por el día, pero por la noche abren su corola en cinco pétalos, que desprende un aroma bastante cautivador y que poco tiene que envidiar a otras plantas tan embriagadoras como el azahar, el jazmín o la magnolia.
Su origen es controvertido, ya que algunas fuentes aseguran que proviene de la India Occidental o Malasia, seguramente porque su olor evoca lo exótico y poco común, mientras que otras fuentes citan las regiones tropicales de América como lugar de origen de nuestra amiga vegetal.