Buenos y gloriciosos días queridos fashionistas,
Que ganas tenía de escribir sobre esta pieza que resultó ser una cima importante, no por el trabajo que supuso, sino por lo que ha significado en términos de orgullo personal y felicidad interior…esa que aparece cuando sabes que has trabajado duro y bien y…te lo mereces.
Ya hemos trabajado juntas varias veces, así que ella me dijo tres puntos, espalda al aire, cola y rojo, el resto, lo dejaba en mis manos.
La espalda al aire queda espectacular pero tiene su truco, para que se quedara en su sitio, le puse dos cintas mínimas, a la altura de los hombros fija, y a la altura de la cintura móvil, para abrir y cerrar el traje y que pasen las caderas.
Y sorpresas te da la vida, resulta que encontramos un tejido espectacular y de reciente fabricación, no lo había visto antes y me dijeron que era gabardina, lo que me sonó raro, ya que la gabardina suele ser impermeable por una cara y se suele utilizar para ropa de abrigo, esa tela, era una maravillosidad con la caída de la seda, apariencia de crepe, tacto suave, brillo elegante y entre poco y nada de tela de abrigo, un descubrimiento importante.
Al enfocar la atención en la espalda, con la gran abertura y la cola, sin ninguna duda el frente quedaría muy sencillo, un escote redondito cerrado con un vivo de raso a juego con las sisas.
La otra gran protagonita de este traje es la cola, la que necesitó casi dos metros de tela y varias quillas. Hay miles de formas de construir colas y también hay varias maneras de tener un percance con una cola molesta.
La forma de esta cola en patrón es un semicírculo, llamada falda de media capa, si fuera el círculo completo, sería de capa entera, cuanto mas grande o cerrado el círculo, mas tela, en esta ocasión, es un poco mas de medio círculo, de esta forma, llevas cola, pero siempre quedará detrás de los costados porque no puede avanzar hacia delante, es decir, no se te enreda en los pies. Resuelto este paso, quedaba el añadir algo que sujetara la cola para que no arrastrara todo el tiempo, y buscando algún artilugio, que no fueran estos imperdibles gigantes llegados del inframundo para, se supone, sujetar la cola y lo único que hacen es rajarla …encontré unos automáticos de plástico y grandes, perfectos, el único problema es que eran transparentes, capa de pintauñas roja y asunto arreglado. Sorprendentemente, queda divino, no mancha y al lavarlo a mano no se va.
Al trabajar la tela, me di cuenta que es un tesoro y ya me gustaba cómo quedaba sobre el maniquí, pero al verlo puesto…fue enamoramiento total y absoluto.
Hay trajes que te enseñan, hay otros que parece que lo ponen fácil hasta que plantan batalla y hay otros, que fluyen contigo, que aparecen en el momento apropiado, como si mis manos y su proceso bailaran juntos, y sin duda, este fue uno de ellos.
Una perla mas al collar y una victoria mas que celebrar, larga y feliz vida!
Margot Megara.