dos entradas dedicadas a él en este blog:
"Hurbanismo (I)" y "Hurbanismo (y II)"
Me acaban de llamar para hacer un certificado de una casa. Al preguntar la dirección me han dicho que es la calle de Dámaso Alonso. "Dámaso Alonso", he pensado, y se me han venido a la mente las tres experiencias que tengo del poeta, que son:
1.- Durante mi infancia, adolescencia y primera juventud (desde mis ocho a mis veintidós años) fue el director de la Real Academia de la Lengua. En aquella época todos los cargos parecían eternos. Salía de vez en cuando en la tele y era un hombre pequeño, calvo, casi insignificante. Un vejete inofensivo.
2.- Hacia mis veinte o veinticinco años leí el Retrato del artista adolescente de Joyce traducido por él. Lo leí, cómo no, instado por la cita tan repetida por Oiza de que el artista permanece fuera de su obra, despreocupado, cortándose las uñas. Y me pareció que el vejete inofensivo había estado muy atento a la vanguardia en su juventud.
3.- Finalmente, entre mis veinticinco y mis treinta años leí su Hijos de la ira (que era el típico libro que tienes que citar en el bachillerato y que ni se te pasa por la cabeza que algún día vayas a acabar leyendo). ¡Joder con el vejete inofensivo! ¡Qué pedazo de libro! ¡Qué pegada!
Así que cuando me han dicho que la vivienda que tenía que ver era en la calle de Dámaso Alonso me ha gustado el detalle. Pero en seguida me ha dado mucha pena, porque en realidad nadie le ha dedicado una calle a Dámaso Alonso. Nadie ha pensado en él con cariño ni con respeto. Es el hurbanismo. Sectores y sectores urbanizables que han sido súbitamente urbanizados. Docenas y docenas de nuevas calles a las que hay que nombrar. Hectáreas de adosados con calles de pájaros, hectáreas con flores, hectáreas con pintores, hectáreas con poetas.
Poetas adocenados, poetas a carretadas, a volquetes (que traigan volquetes de putas). Poetas como putas involuntarias, secuestradas, forzadas. Poetas violados y tirados. Poetas amontonados nombrando calles de adosados amontonados.
Dámaso Alonso y Miguel Hernández y Rafael Alberti y Antonio Machado y Tirso de Molina y Rubén Darío y Ortega y Gasset y Valle-Inclán y Antonio Gala y Francisco de Quevedo y Pío Baroja y Góngora. Todos están en la captura de pantalla que he puesto, y da igual que los poetas se mezclen con novelistas y con filósofos, o los de las vanguardias del siglo veinte con los barrocos. Qué más da todo. Una calle, y otra calle, y otra calle. Niño, tira del Google y ve apuntando nombres. Y cada nombre que se apunta es un medaigual, una excusa para que las calles 7, 8, 9... o C, D, E... pasen a tener nombres. Los que sean.
Nadie admira a un escritor, nadie se esmera con que se cruce con otros de su generación o de su grupo, que se encuentre con amigos, que evite a los rivales. (Eso, con escritores, sería un sudoku imposible). Nadie valora nada ni a nadie le importa nada. Un trámite. Un mero coñazo(1). Uf, por fin. Este PAU ya está. A ver el siguiente. Para este podríamos poner nombres de físicos. Uy, no, que se pronuncian muy mal. Mejor nombres de minerales. Vale, pero de los facilitos; a ver si se te va a ocurrir el molibdeno.
Por otro lado, en la zona de antes del desarrollo gordo tenemos una calle dedicada al médico que estuvo aquí toda la vida (la suya) y fue muy querido por los vecinos, y también la del cura que casó a mis padres. Hay un parque con el nombre de un tío de mi padre y hay calle ancha, calle alta, plaza de la fuente vieja y esas cosas.
Desgraciadamente, el que no pega ni con cola es Dámaso Alonso. Dámaso Alonso ha sido un mero producto del hurbanismo.
-------------------------------(1).- De este tema ya hablé aquí. Perdón por las repeticiones.