“La sangre fuente de vida:
¡Sólo la sangre hace revivir a los muertos!
Y nosotros beberemos de tu fuente!!”
Mario Bava y Riccardo Freda son los
representantes más conocidos del llamado "terror clásico italiano",
pero no solo ellos cultivaron este género y no solo ellos tienen en su haber la
paternidad de todas las obras maestras que Italia regaló para la posteridad.
Antonio Margheriti (también conocido Anthony M. Dawson) tiene en su larga
filmografía como mínimo dos obras que pueden considerarse a la altura de los
mejores logros de sus compatriotas. De una de ellas titulada I
Lunghi Capelli della Morte (1964) ya me ocuparé en otro artículo, la
que hoy traigo a El Terror Tiene Forma
es del mismo año pero fue rodada unos meses antes, fue bautizada en nuestro
país con el título de Danza Macabra siendo su título
original La Lunga Notte de Terrore en Italia y conocida en USA
y UK como Castle of Blood, ambos
títulos bastante más contundentes y acertados, aunque para ser honestos el
título español no es completamente desacertado y tiene resonancias bastante
terroríficas (sobre todo cuando se ha visionado la película).
Dejemos claro desde el principio que Danza Macabra es una película que se
inscribe, sin excusas, dentro de la corriente del Gótico Italiano más puro, es
por lo tanto una obra que gusta y se gusta dentro de unos parámetros
argumentales y unos elementos de ambientación muy definidos; familias en
decadencia, oscuros secretos, leyendas macabras, una pulsión sexual constante,
necrofilia, asesinatos, muerte y no muertos crean la adecuada atmósfera
decadente y malsana, que es ampliada por una ambientación y unos escenarios
adecuadamente polvorientos y tétricos, por lo tanto el castillo con
innumerables secretos y zonas oscuras se convierte en un personaje más dentro
de la historia y en un elemento claramente perturbador y absolutamente
necesario para el desarrollo de la misma.
Un pequeño esbozo del argumento para entrar en
materia: el reportero británico Alan
Foster está entrevistando a Edgar Allan Poe en una taberna del centro de
Londres. En medio de la entrevista el periodista, que ya ha demostrado su gran
afición por el horror imaginado pero que abraza el materialismo más terrenal
para el día a día, es retado por Lord Thomas Blackwood a pasar la Víspera de Todos los
Santos en un castillo de su propiedad sobre el cual pesa una terrible
maldición. Foster acepta una apuesta de 10 libras y acompañado de
Poe y el mismo Blackwood se dirige al remoto lugar; una vez allí es invitado
por última vez a declinar la apuesta, el reportero se niega y queda solo en la
propiedad, entrando a continuación en las dependencias del castillo dispuesto a
pasar la noche. Pronto descubre que no está solo en el edificio ya que una
mujer que dice ser Elisabeth Blackwood aparece de repente....
Pocas veces un film se inicia con tal
efectividad y acierto, los primeros quince minutos son absolutamente
magistrales, con una capacidad de síntesis perfecta se nos presenta al
personaje masculino principal y se nos ofrece un esquema muy aproximado de lo
que va a ocurrir y de cómo se van a desarrollar los acontecimientos; la
inclusión , nada gratuita, de Edgar Allan Poe (encarnado por Silvano Tranquilli
aunque en los títulos de crédito firma como Montgomery Glenn), sirve como
catalizador de la historia y como una perfecta introducción al horror, ya que
el personaje afirma que todos sus relatos son experiencias reales y que él
simplemente se ha limitado a llevarlas al papel, esta afirmación sirve como
aviso de las intenciones del director; los acontecimientos sobrenaturales se
confunden con la realidad creando una sensación de opresión y de irrealidad
real, valga la redundancia, que sirve como material para cohesionar y resaltar
todos los elementos antes descritos llevando a la película por unos raíles
perfectamente engrasados de una elegancia malsana; ésta sensación de irrealidad
sirve también para introducir no pocos detalles perversos y/o amorales en la
historia, la voracidad sexual de Elisabeth (perfectamente recreado por Barbara
Steele) que declama en cuanto tiene ocasión "yo
sólo vivo cuando amo", la pulsión de lesbianismo enfermizo que exuda
Julia, pequeños detalles de necrofilia, la necesidad de sangre humana nueva de
las almas en pena que habitan el castillo para poder preservar su condición un año
más, en una suerte de variación sobre el tema del vampirismo realmente
interesante, o la constante conexión entre el pasado y el presente en una
"danza macabra" alucinante y terrorífica, conforman un ejercicio
cinematográfico en toda regla, absolutamente brillante, que no solo se limita a
recorrer las profundidades del horror, sino que explora la oscuridad del alma y
la increíble fragilidad de los sentimientos del ser humano, que pasa de la
felicidad a la tragedia con una facilidad pasmosa, creando con sus inmorales
acciones unos fantasmas que viven su realidad, una y otra vez, en un presente
alterado.
El guión de Sergio Corbucci, director y
guionista con no pocos euro-western a sus espaldas, plantea sin ningún tipo de
reflexión ni moraleja, la existencia de un mundo paralelo donde la penitencia
por los pecados cometidos no excluye la pasión y el placer que se obtuvieron al
realizarlos, no contento con esto también imagina y da pie a una interactuación
entre el pasado y el presente que repite las constantes del amor/tragedia y sus
terribles resultados, que transforman la historia en una especie de bucle que
se repite sin fin, una pesadilla en busca de la inmortalidad del alma que
depende de la sustracción de la vida a un tercero, que por supuesto entra a partir
de su muerte en la rueda ya descrita. Es por lo tanto un guión perfecto para
una película gótica, donde se tocan con delicadeza todos los resortes que
provocan estremecimientos y terror, pero que también sabe jugar con el amor y el drama para acabar
de dar lustre a la historia.
Es de recibo reseñar que la película puede
enclavarse dentro de las producciones con exiguos presupuestos, pero eso no es
ninguna traba para el desarrollo de la película, más bien es, o fue, un reto
para Margheriti y su equipo que con cuatro duros mal contados logran crear una
textura y atmósfera digna de una película de serie A; y digo textura porque el
magnífico empleo del blanco y negro logra que la obra adquiera por momentos
vida propia, resaltando u oscureciendo, según las necesidades, las diferentes
secuencias, abrazando lo macabro pero también dando vida y belleza a la
oscuridad. Acompañando a esta meritoria labor fotográfica (obra de Riccardo
Pallotini), tenemos la banda sonora de Riz Ortolani, caballero éste al cual debemos
no pocas melodías en films como Angustia de Silencio (Non si Sevizia un
Paperino, 1972) de Lucio Fulci o El Dios de la Muerte Asesina otra
vez (L'etrusco Uccide Ancora, 1972) de Armando Crispino. La dirección
de Margheriti es sobria y pausada, entreteniéndose con los detalles el tiempo
justo para ir aposentado el poso de la inquietud, que da paso al escalofrío y
finalmente al horror más puro, un soberbio trabajo sin ningún tipo de dudas.
No podía acabar este articulo sin señalar el
soberbio trabajo efectuado por Barbara Steele, en este film la actriz vuelve a
hacer gala de esa extraña belleza, de ese acentuado carisma y de esa pulsión
sexual que la hicieron ser la gran dama del gótico italiano. Acompañando a la
bella actriz tenemos a George Rivière dando vida al reportero, Margarete
Robsahm como Julia y a Arturo Dominici como el Dr. Carmus, todos ellos
correctos y creíbles en sus respectivos roles.
Como curiosidad añadiré que el mismo Antonio
Margheriti dirigió años despúes un remake de esta obra titulado La Horrible Noche del
Baile de los Muertos (Nella Stretta Morsa del Ragno, 1971); esta vez la
película no resultó muy acertada, la inclusión del color fue bastante
perjudicial y ha quedado para goce de los seguidores de este director: El film
estuvo protagonizado por Anthony Franciosa (Alan Foster), Michèle Mercier
(Elisabeth Blackwood), Klaus Kinski (Edgar Allan Poe), Peter Carsten (Dr.
Carmus) y Karin Field (Julia).
Bueno amigos/as de El Terror Tiene Forma, si os gusta el Gótico Italiano este film
deberíais colocarlo al lado de La
Máscara del Demonio del grandioso Mario
Bava. Si éste no fuera el caso solo me queda recomendaros el visionado de la
película ya que es una obra que transciende el terror y se convierte en una
perfecta ceremonia cinematográfica en toda su extensión.
Saludos!!!!