Por: Verónica Ramírez QuirozFotos: Carlos Martínez Iglesias
¡5, 6, 7, 8, VA!
Desde que era muy niña siempre estuve al tanto de todo lo que se relacionara con bailes, música y fiesta, por eso cada vez que en el colegio creaban los grupos de danza, mis ganas de pertenecer a ellos se reflejaban con levantar la mano muy fuerte. Sin embargo, cuando ya llegaban los ensayos, la respuesta negativa de mi madre terminaba con esa ilusión que año tras año me creaba. Con el tiempo llegó la resignación, olvidé lo del baile y me engañé a mí misma creyendo que lo mejor era dedicarme a otras cosas académicas y a obedecer. Sin embargo cada vez que llegaba un carnaval y presenciaba las comparsas, mi mente me hablaba diciéndome “algún día estarás allí”, y efectivamente ese “algún día” llegó. Pasaron 26 años para poder cumplir ese gran sueño, y mientras llegaba me conformaba con toda clase de rumba terapia que se me atravesara. Poco a poco me fui acercando a esta “utopía”, cuando conocí a mi novio y éste me invitó en unos pre-carnavales para que lo acompañara a la noche de comparsas a grabar IDENTIDAD. Ese día fue increíble ver toda la puesta en escena y su coreografía, tanto así que desde el año 2013 le dije que yo quería bailar ahí, sin él antes aclararme que su directora era muy exigente.