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Este fin de semana teníamos la enésima boda real del año, y el sábado, nuestra amiga Magdalena de Suecia decía eso de sí, quiero en Estocolmo a su prometido Chris O’Neill. Una boda de princesa con un vestido de ídem diseñado por el mismísimo Valentino Garabani (si lo llego a saber invito a Rosa Clará a mi boda), vestido que había creado bastante expectación pero que provocó división de opiniones en las redes sociales.
Porque llamar a Valentino para que te haga esto, pues chica, no me parece. Esa manguita corta a medio camino entre el de una bdda de pueblo en 1984 y un vestido de comunión me mata cada vez que lo veo, aunque me consta que tiene sus defensoras. Por no hablar del volante bajo en la cola efecto colcha, que eso no hay quien lo defienda. Si la idea era parecer una princesa, lo conseguiste, pero con lo monísima que eres, esto podría haber salido mejor.
Pese a la apuesta de Magdalena de Suecia por un vestido de novia de toda la vida, parece que la tendencia entre las mozas casaderas es elegir diseños nada convencionales, con un toque personal y alejados de lo que podríamos llamar las grandes tendencias en moda nupcial de la temporada. Y si no, repasemos algunos de los vestidos que hemos podido ver últimamente.
Hace unas semanas celebraron su boda Israel Bayón y Cristina Sáiz, y la novia eligió este original diseño en el que jugaba con aberturas y encajes y que parecía más un traje de fiesta en color blanco que uno de novia propiamente dicho.
Lorenzo Caprile fue el diseñador del vestido (o más bien diría yo dos piezas) de Mafalda Vallejo-Nájera, con una camisa blanca como cuerpo y una falda de mil volantes en tul, unidos por un cinturón-fajín tipo joya.
¿A quién no le gustaría tener una boda de película? Si a este deseo unes un cierto grado de horterismo y una pizca de frikismo, aquí esta el resultado. ¿Os acordáis de Napster, ese programa con el que te bajabas canciones a velocidad de tortuga? Pues su fundador, Sean Parker, que en aquellos tiempos era un mozalbete prodigio, se ha hecho mayor, se ha casado y ha decidido que lo más conveniente era encargarle el vestido de novia a la diseñadora de vestuario de El señor de los anillos. Bueno, el vestido de ella, el de él y el de los 300 invitados a la boda. Que mira, es un descanso, porque al menos si te invitaban no tenías que darle muchas vueltas a tu modelito. No quiero pensar en las bromitas con el tema de la alianza…
Precisamente fue Justin TImberlake el encargado de dar vida a Parker en la película La red social (el joío tenía buen ojo, primero funda Napster y luego se mete en Facebook) y hace unos meses podíamos ver las fotos de su boda con la guapérrima Jessica Biel, que también escogió un diseño fuera de lo común. Precioso, de Valli pero rosa. Y es que el color se resiste a entrar de forma masiva en el mundo de las novias.
Cuesta introducir el color en el mundo nupcial y también se resiste a triunfar el concepto de novia con pantalón. Aunque siempre hay escogidas, como Anna Mouglalis, que escogió un diseño de Alta Costura 2103 de Chanel con unos increíbles pantalones de cuero blancos a juego. Sencilla y espectacular a la vez, sin ramo y con el pelo súper natural… A ver quien es la guapa que se atreve con esto y sale airosa!
En esta línea fue la boda de Keira Knightley, por lo de espontánea, Chanelera y natural. Keira prefirió reciclar un vestido que ya llevó en 2008 (para que luego nos quejemos por repetir vestido de invitada) combinado con una chaqueta de tweed, una coronita de flores y sus gafas de sol (por un lado el cuerpo me pide decir que está mal lo de las gafas pero por otro le queda hasta bien). En fin, estas cosas que solo pueden permitirse las guapas y famosas.
En fin, Magdalena, que si tú querías parecer una princesa, deberías haber hecho como Maraya-Mariah Carey, que renovaba sus votos cual princesa Disney con su marido y los churumbeles a juego. Las cosas que tienen los famosos, cualquier mortal termina saturada de su propia boda pero ella se empeña en repetirla año tras año… Yo con una tuve bastante…
¿Qué os parecen estas novias nada convencionales? ¿Arriesgar el día de tu boda o apuesta por lo seguro?