- Cariño, lo siento.
- Entonces... ¿cómo arreglarlo?
- Eso ya no lo sé.- ¿Tú quieres arreglarlo?
- Claro, pero... sabes... Esto es como cuando rompes un espejo y le pides perdón a los añicos. Se debe hacer algo más para repararlo.- Venga, pues, me apunto.
Va, dame la mano y démosle la vuelta a todo esto amor.
Para empezar, voy a confiar con todo mi ser.
(Dios qué miedo a dañarme!)
- Qué curioso, yo también tengo miedo.- Vaya! A veces parecemos dos tontos en apuros ¿eh?
...
- Yo creo que somos capaces.