En nuestra adolescencia, las vacaciones de verano suponían la misma liberación y felicidad que hoy en día para el común de los estudiantes. Sin embargo, el planteamiento sobre cómo íbamos a pasar esos dos meses de asueto era completamente diferente. Desde que finalizaba el colegio, o incluso los primeros años de universidad, hasta que comenzaban de nuevo las clases, nuestros días estivales transcurrían, respectivamente, en dos de los clubes sociales de nuestra ciudad; allí nos pasábamos las horas disfrutando con nuestros amigos de la piscina y el aire libre, entre juegos, primeros coqueteos, charlas infinitas y alguna noche estrellada de fiesta, sintiéndonos en completa libertad y sin anhelos de otro tipo. Hoy en día, este tiempo de asueto se convierte para la juventud en una suerte de "yincana", donde planes de lo más diverso se suceden encadenados unos a otros; barbacoas, campamentos, pequeños trabajos, excursiones a la playa o la montaña, viajes por Europa, cursos intensivos... Seguro que todos habréis tenido uno de esos flexos que iluminaban nuestras antiguas mesas de estudio con un pequeño halo de luz; así sentimos que era nuestra curiosidad e inquietud, abarcable y comedida. Ese tenue resplandor ha crecido y se ha transformado en un potente foco que ha puesto a los pies de las nuevas generaciones el mundo entero, y caminan por él, con la confianza y la seguridad de que está allí, para ellos. Foto Foto Foto Eso sí, a nuestros hijos les hemos pedido que respeten las vacaciones familiares para pasar, al menos, unos cuantos días de descanso juntos... ¿Cómo se va presentando vuestro verano?