De la autocrítica y de la conquista

Por Cgamez
Resulta sorprendente leer algunos de los pasajes del capítulo IV de la Extirpación de idolatrías en Perú, del padre José de Arriaga y percatarse de las similitudes que existen en ciertos momentos entre el epistema religioso indígena y el epistema católico. Claro que esta opinión se construye también desde un epistema occidental, al que yo pertenezco. Si bien este ensayo trata de ser crítico con la imposición del epistema católico en el Perú, no es menos cierto que, como en el caso de Bruno Latour, esa crítica se ejerce desde la tradición contestataria occidental, que siempre se ha desarrollado en los márgenes pero desde el paraguas occidental. El pasaje en que Arriaga cita cómo los incas ofrecen llamas en sacrificio en los días señalados y, después de matar al animal: “la carne se reparte entre los ministros de los sacrificios, y también suelen dar de ella a los demás Indios” (27), recuerda, y mucho, a la eucaristía y al ritual cristiano de la resurrección de la carne, con la diferencia apreciable de que el rito cristiano está cargado de una significación simbólica de la que carece el inca—el cordero de Dios, su hijo, se representa exclusivamente por elementos intermedios como la hostia, y nunca se sacrifica realmente—. Pero si nos trasladamos a las fuentes del cristianismo, que no son otras que el judaísmo, cabe mencionar el sacrificio del cordero, tan común entre el pueblo judío en sus celebraciones, y la crianza particularizada de este tipo de animales, como también parece ocurrir entre los incas. Este paralelismo podría dar lugar a una perspectiva universalista entre el epistema indígena y los epistemas paganos mediterráneos a la manera lascasiana, y más teniendo en cuenta que, como afirma Mills (16), el epistema incaico forma parte del epistema andino, más global. Pero desde esta perspectiva siempre prevalece el epistema cristiano por encima, y me parece más interesante compararlo directamente con el epistema indígena. Así, el simbolismo del que carece el sacrificio de las llamas se encuentra en las figuras de sebo que los indios realizaban para quemar el alma de las personas (28). Sin embargo, es aquí donde mejor se observa que hay distancia entre epistemas, pues los indígenas elaboraban las figurillas con sebo de cerdo para representar a los españoles y con sebo de llama para hacer lo propio con los indígenas. Así, en las diferencias alimentarias encontramos ya una diferencia cultural que condiciona los ritos. También en las diferencias en la producción agrícola, pues el peso de la coca en los rituales religiosos solo podría ser comparable con el incienso en la liturgia católica. Pero sus funciones no son isomorfas. En todo caso, resulta curioso observar que como hubo puntos de contacto entre epistemas, no hubiera sido imposible una asimilación desde estas coincidencias. Eso explicaría en cierta forma, la permisividad que desde algunos sectores de la iglesia se tuvo para con ciertas prácticas y la fuerza del sincretismo cristiano. Sin embargo, no debemos ser ingenuos. Pese a que el epistema católico está presidido por la idea del primer motor aristotélico y la fuerza única que rige los destinos del universo, hay otra tensión que lo domina, y no es otra que el proselitismo y la imposición de una verdad única. Esta característica, que queda notoriamente reflejada en el capítulo cuarto del libro de Gruzinski, The Conquest of Mexico, no debe ser obviada. Así, pese a posibles coincidencias, la intención de cronistas como Arriaga es la extirpación de toda manifestación cultural que no pueda ser absorbida por el epistema católico, como documenta Mills (20 y 33-4). Eso vuelve a hacerse patente por el tratamiento que se hace de las huacas, elementos sagrados de la cultura peruana, en el capítulo IV y a lo largo del texto, y que denunciara el Indio Garcilaso de la Vega, aunque en el caso de Arriaga se observa que da más recorrido al término, incorporando nuevas significaciones como la relación de las llamas y otros animales con las huacas.En todo caso, no deja de ser de interés reflexionar sobre la naturaleza misma del epistema cristiano, porque será la que heredará la Ilustración. Una naturaleza basada en verdades absolutas que no se va a desmontar hasta bien entrado el siglo XX y que nos hace pensar si en estos procesos entre epistemas, el dominante también porta una serie de elementos negativos que no se observan en un primer análisis. En este sentido, cabría pensar si el discurso crítico que se ha elaborado en torno al epistema de la modernidad y que se ejemplifica en Latour, no tiene problemas parecidos. Esa sería la causa de que podamos observar las limitaciones del epistema de la modernidad temprana en América pero seamos incapaces de construir un epistema nuevo, más englobador, sin caer en ingenuidades.
BibliografíaFoucault, Michel. The Order of Things; an Archaeology of the Human Sciences. New York: Vintage Books, 1973. Print.Gruzinski, Serge. The Conquest of Mexico: The Incorporation of Indian Societies into the Western World, 16th-18th Centuries. Cambridge, UK: Polity Press, 1993. Print.Latour, Bruno. "WHOSE COSMOS, WHICH COSMOPOLITICS? Comments on the Peace Terms of Ulrich Beck." Common Knowledge 10.3 (2004): 450-62. Print.Mills, Kenneth. Idolatry and its Enemies: Colonial Andean Religion and Extirpation, 1640-1750. Princeton, N.J: Princeton University Press, 1997. Print.  Vega, Garcilaso de la. Comentarios Reales De Los Incas. La Habana, Cuba: Casa de las Americas, 1973. Print.