De la locura del ajenjo a la creación más inspiradora.

Por Artepoesia





En el libro del Apocalipsis de Juan de Patmos (Galilea,?- Patmos, 110) se dice, en el capítulo 8, "Y tocó la trompeta el tercer ángel, y se precipitó del cielo una gran estrella, ardiendo como una antorcha, cayendo en la tercera parte de los ríos y en los manantiales de las aguas. El nombre de la estrella es Ajenjo, y se convirtió la tercera parte de las aguas en ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas porque se habían vuelto amargas". La Absenta fue durante muchos años una bebida bohemia y alucinógena, que empezaron a elaborar los suizos en 1792 según una receta de un elixir monacal a base de ajenjo, hinojo y anís.
Durante todo el siglo XIX se desarrolló una cultura espirituosa del ajenjo en Francia, en donde muchos de sus creadores artísticos, fundamentalmente pintores, no sólo la consumieron sino que además la plasmaron en sus lienzos con mayor o menor acierto. Su poder analéptico y convulsionante hizo que fuese prohibida en algunos países a partir de 1915, sin embargo su utilización siguió bajo otras etiquetas y otros envases. Actualmente se permite su comercio como cualquier otro licor alcohólico, con algunas  restricciones normales en su  fabricación.
Pero, sobre todo, fue la inspiración de unos pocos y el refugio de muchos. En estos ejemplos pictóricos que muestro se aprecian los personajes y las escenas; éstas dicen a veces más que un rostro o una figura. Es la soledad lo que reflejan. Los efectos de la absenta eran devastadores en aquellos que la consumían compulsivamente. El tiempo se detenía, el placer era permanente y erótico; la mente fluía y vagaba, aunque al final, como en casi todos los estimulantes, el resultado era volver drásticamente a la realidad. De ahí el enloquecimiento de algunos, como el gran Van Gogh, que se automutiló después de una ingesta de Absenta.
Una de las mujeres pintoras aficionada a beber Absenta fue Suzanne Valadon (1867-1938), la cual enamoró irremediablemente en 1893 al gran compositor francés Erik Satie (1866-1925), pintándolo en un lienzo y abandonándolo después de sólo seis meses de relación. Él, para calmar su desolación, compuso una de sus obras, Danses Ghotiques, con la cual trató de buscar la paz en su interior. Otros artistas han creado cuadros espectrales en donde la musa del "Hada Verde", como se llamaba al licor de absenta, ofrecía la inspiración a cambio de la locura. O como el ilustrador y pintor francés Jean-Louis Fouran (1852-1931), el cual pintó Bebedora de Absenta (imagen en blanco y negro) en 1885 y en donde reflejó,  tanto en la mujer como en la perspectiva del fondo del espejo, el aislamiento, la tristeza, la incertidumbre, la soledad y el desapego.
(Imagen de una publicidad suiza de bebida de Absenta; Cuadro de Manet, El bebedor de absenta, 1859; Óleo de Degas, Bebedora de Absenta; Cuadro de Jean-Louis Fouran, Bebedora de Absenta, 1885; Cuadro de Picasso, La bebedora de Absenta; Cuadro de Albert Maignan (1845-1908), La musa verde; Cuadro del pintor argentino Valentín Thibon de Libian (1889-1931), Bebedor de ajenjo; Óleo de Toulouse-Lautrec, Bebedora de absenta; Cuadro del pintor checo Viktor Oliva (1861-1928), Bebedor de absenta; Cuadro del pintor español Ramón Casas (1866-1932), Suzanne (Valandon) bebiendo absenta; Cuadro de Suzanne Valandon, Desnudos; Cuadro de la pintora francesa Suzanne Valandon, Retrato de Erik Satie.)
Vídeo de fragmento al piano de una obra del compositor francés Erik Satie.