Por: Yanett Atonal Me cuesta un poco creer que el ya no esté aquí, cuando apenas ayer hable con el por teléfono, eran las dos de la mañana cuando fingí salir al baño porque sentía la enorme necesidad de escuchar su vos, de escucharlo decir que me amaba, que a nadie había amado tanto como a mí, me cuesta creer que apenas fue ayer cuando nos vimos una vez más a escondidas, sintiendo la adrenalina correr por nuestras venas, el producto de este amor prohibido, el amor mas prohibido y digno que se haya conocido jamás, me cuesta creer que él se hay ido, el, si, el, quien me juro jamás dejarme sola, quien fue mi aliento, quien fue aquella mano que siempre me ayudo a levantarme cuando me encontraba por los suelos. Pero hoy, el ya no está conmigo, y yo tampoco puedo estar con él, por más que yo quisiera ir y buscarlo, ir y abrazarlo, darle quizá el ultimo abrazo, el último beso. Pero no puedo, porque lo nuestro es un amor prohibido.
Nos conocimos hace un año y medio exactamente el seis de marzo del 2013 la primera vez que nos vimos supe que tenias que ser para mi, chocamos en el parque de Ocotlán, fue tan gracioso, fue un encuentro tan hermoso, lo mas parecido a la de una novela de esas que pasan en el canal 10 donde la hermosa chica caminaba distraída por la calle y aquel joven apuesto chocaba contra ella, las cosas salían volando, me agachaba a recogerlas y tu al mismo tiempo un intercambio de miradas y un suspiro inesperado, quizá eras lo que siempre había esperado me dije a mi misma. Compartimos una sonrisa simultánea, nos vimos y nos amamos sin ni si quiera pensarlo, me preguntaste cual era mi nombre y te dije alondra mientras me quedaba perdida en tu mirada. Desde ese día nada volvió hacer lo mismo, conversamos y sin más ni menos estábamos compartiendo nuestros números telefónicos. Los días pasaban y moría de ganas por volver a encontrarte aunque sabía que mis pensamientos no eran buenos. Solo pasaron dos días para que tú me llamaras, comenzamos hablarnos más seguido, hacernos buenos amigos hasta que concordamos en vernos otra vez, en otro lugar, pero tú y yo compartíamos historias de vida que nos impedirían estar juntos. Mayra y Eladio, nuestras parejas. A pesar de saber que esto estaba mal, accedí a ir a verte. Nos vimos en la iglesia de Cholula, recuerdo haber llegado llena de nervios, con miedo de ser descubierta, la verdad es que soy una mujer joven, ¿quién podría notarlo? Tú estabas hay, tan guapo como la primera vez que te vi tenias puesta una camisa de cuadritos, tus jeans tan ajustados que me ponían a pensar tanto. Je je. No sabía si acercarme o mejor darme la vuelta y huir lo pensaba mientras me acercaba y cuando estuve a punto de salir corriendo, tu volteaste y me sonreíste ,no sabía qué hacer en ese momento, me sentí tan rara mientras me decía a mi misma ¿Qué haces aquí Alondra? Esto, esto, no está bien. Pero comenzaste a hablarme y con el tiempo eso ya no importaba. Los días siguieron pasando, el y yo seguimos viéndonos, con el tiempo nuestras salidas eran más amenudeas. Pero yo tenía que decírselo. Yo, yo, ya era ajena. Yo tenía dueño. Así que un día sin más ni menos, me arme de valor y se lo dije, el solo sonrió y me dijo. Ya lo sé amor. Me pasa lo mismo. Yo no supe cómo reaccionar. El también tenía una familia, pero para ese momento ya estaba tan enamorada del que eso a mí no me importo, ni a él. Seguimos viéndonos y muchas veces soñamos con un día escaparnos juntos, irnos a un lugar donde nadie nos conociera, donde podamos comenzar una vida juntos, solos, soñábamos todo esto siempre en la misma habitación y mientras hacíamos el amor, juraba jamás dejarme, todavía el día de ayer me dijo ¿amor, que arias si algo malo me pasara? Yo, no supe responderte, quizá, solo no quise hacerlo y preferí abrazarte fuertemente en tu pecho; enseguida respondiste mi abrazo con uno más fuerte y me susurraste al oído “tú y yo, de la mano hasta el final” quizá el presentía lo que pasaría, él sabía que no le quedaba mucho tiempo de vida. Habitación 34 del motel donde solíamos tener nuestros encuentros amorosos... Pero ahora eso son solo sueños guajiros. El ya no está conmigo. El murió.