En mi familia (mi padre, madre, hermana y yo) nunca nos habíamos dispuesto a sembrar un árbol, porque siempre teníamos temores que un fuerte arroyo arrasara con éste. Sin embargo, dado a las inclementes circunstancias climáticas, este año decidimos sembrar uno de neem, que al crecer resulta ponerse muy frondoso y además, da mucha sombra.
Tal como un hijo más, como un nuevo integrante de la familia, lo fuimos cuidando y regando con agua y amor, hasta que comenzamos a notar el exitoso crecimiento de este árbol, que aunque era un poco lento, cada rama que nacía se convertía como en una nueva ilusión familiar. Mientras este crecimiento sucedía, los vecinos y curiosos comentaban lo bonito que estaba nuestro nuevo integrante de la familia, y nosotros orgullosos de esto, le poníamos más amor y buena energía a su cuidado. Sin embargo, un día de septiembre, comenzó a llover con fuertes vientos, por lo tanto, decidí asomarme por la ventana y verificar que todo estuviera bien, pero sin palabras quedé cuando aquel episodio en el que las ramas de mi arbolito habían caído a medio lado en la terraza de la casa. En ese momento, mi cara de asombro debió ser grabada para utilizarla en una escena de profunda tristeza.
Foto de @kjpargeter en Freepick
Una lágrima cayó sobre mi mejilla, y sentí en esos momentos como si a mi corazón y a mis ilusiones también las hubiera tumbado ese viento. Era increíble que tanto amor y esfuerzo no hubiera sido valorado, sino arrojado a la lluvia para luego desaparecer. Cuando un árbol muere, es como si muriera una parte nuestra, cuando un árbol muere es como si un fracaso tocara tu puerta, cuando un árbol muere es como si te arrebataran un sueño, un amor, un deseo; cuando un árbol muere es como si tus frustraciones se hicieran más fuerte, cuando un árbol muere es como si te dijeran NO a un proyecto, a un anhelo, a una ilusión. A pesar de toda la tristeza que en casa sentimos en ese momento, la muerte del árbol nos hizo comprender, que vinimos a este mundo para intentarlo las veces que sea necesario. Y aunque un árbol se nos destroce de lado, podemos sembrar otro mucho más alto y grande, tan alto y grande como nuestros proyectos, que no podrán ser destrozados ni por el fuerte viento que traiga una lluvia.